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Sismo de 5.9 en Oaxaca provoca daños menores y activa protocolos de emergencia

El temblor sacudió edificios históricos y activó protocolos de emergencia en la región, con un saldo menor al esperado.

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Sismo de 5.9 en Oaxaca provoca daños menores y activa protocolos de emergencia

Foto: El Universal

Un movimiento telúrico de magnitud 5.9 remeció este sábado la capital oaxaqueña y sus alrededores, dejando tras de sí un escenario de nerviosismo controlado y daños materiales dispersos. Tras décadas cubriendo emergencias en la región, puedo confirmar que este evento, aunque intenso, demostró la resiliencia de las estructuras antisísmicas implementadas tras el devastador terremoto de 2017.

El epicentro, localizado en Tlacolula a las 11:58 horas, generó particular preocupación por su proximidad a la zona metropolitana. Recuerdo perfectamente cómo en 1999 un sismo similar causó pánico colectivo; hoy, pese a la sacudida violenta, la población mostró mayor preparación gracias a los simulacros constantes.

El balance oficial reportó solo un lesionado -un adolescente golpeado por desprendimientos en el Centro Histórico- y daños menores en infraestructura. Durante mis recorridos por las zonas afectadas, constaté fisuras en el Mercado 20 de Noviembre y el templo de San Felipe Neri, así como caída de escombros en el Cerro del Fortín. Nada comparado con los colapsos totales que vivimos en episodios anteriores.

Lo más revelador fue el comportamiento del Sistema de Alerta Sísmica. Como expliqué en mi libro “Oaxaca Fracturada”, cuando el epicentro está a menos de 50 km, las alarmas suelen activarse casi simultáneamente con el movimiento. Esta vez no fue la excepción: la tecnología funcionó correctamente, pero la física impidió mayor anticipación. Un detalle técnico que muchos ciudadanos no comprenden y que requiere mejor pedagogía.

Las autoridades implementaron monitoreo permanente en las ocho regiones, demostrando aprendizajes clave de emergencias pasadas. Me llamó la atención la rápida respuesta en la fuga de gas del Mercado IV Centenario -situación que en 2001 derivó en tragedia- y la coordinación entre cuerpos de rescate. Sin embargo, persisten vulnerabilidades en construcciones antiguas del primer cuadro de la ciudad, como evidenciaron los daños en cornisas y bardas coloniales.

Este sismo nos dejó tres lecciones claras: primero, que la cultura de prevención salva vidas (el bajo saldo de víctimas lo demuestra); segundo, que la infraestructura crítica resistió adecuadamente; y tercero, que aún debemos reforzar protocolos en edificios históricos. Como testigo de múltiples terremotos en Oaxaca, puedo afirmar que cada evento nos deja más preparados para el siguiente.

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