Socavón en Iztapalapa revela negligencia y silencio oficial

Una semana después de que las entrañas de la colonia Renovación en Iztapalapa se tragaran un camión repartidor, la promesa de una solución rápida se desvanece tan rápido como el suelo bajo los pies de los vecinos. Las declaraciones oficiales brillan por su ausencia, mientras los afectados se aferran a plazos que, aseguran, se extenderán al menos quince días más.

Ulises, un comerciante local cuya vivienda y negocio se encuentran en la primera línea de este desastre, proporciona el testimonio que las autoridades se niegan a dar. “Hablé con el arquitecto hoy”, relata, actuando como un periodista ciudadano en un vacío informativo. “Dijo que van a construir un cajón, una especie de registro, luego conectarán con la tubería. Prometen traer el tubo entre domingo y lunes, y la próxima semana empezarían a tapar para entregar en 15 días”. Pero, ¿es esta cronología una garantía o solo un paliativo para calmar la creciente frustración?

La narrativa oficial se oculta detrás de vallas metálicas y un puesto de mando de Protección Civil que, ante cualquier pregunta, responde con un hermético “no podemos dar ninguna información”. Este muro de silencio genera más preguntas que respuestas. ¿Qué investigan realmente? ¿Qué documentos o reportes técnicos han determinado este plan de acción? La falta de transparencia es tan profunda como el propio socavón.

La maquinaria pesada, una grúa de 120 toneladas, domina ahora el paisaje urbano, un recordatorio constante de la fragilidad de la infraestructura. Los únicos vehículos que transitan son camionetas de redilas cargadas con costales de material, una actividad frenética que contrasta con la lentitud burocrática.

Sin embargo, la investigación revela que el verdadero costo de este colapso no se mide solo en metros cúbicos de tierra o tubos de replacement. El impacto económico es una herida silenciosa. Ulises, testigo directo del incidente a través de las cámaras de seguridad de su tienda, describe una realidad oculta: “Sí me ha bajado la venta, está bien baja. Y luego, todo el día, una nube de polvo; por más que limpiamos, todo está sucio”. Su testimonio expone las consecuencias no contadas de la negligencia institucional: ingresos familiares que se esfuman junto con la tierra.

La pregunta que flota en el aire, tan pesada como el equipo de construcción, es si este socavón es un incidente aislado o el síntoma de una red de tuberías envejecidas y un mantenimiento postergado en toda la alcaldía. Mientras los vecinos esperan, no solo la reparación de una calle, sino también respuestas, el caso de la Calle 5 se convierte en un microcosmos de un problema mucho mayor, uno que permanece convenientemente enterrado hasta que la tierra, inevitablemente, cede.

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