Tianguis Bienestar transforma bienes incautados en apoyo para comunidades marginadas

CIUDAD DE MÉXICO. ¿Qué ocurre cuando convertimos el botín del crimen en herramientas de justicia social? La secretaria de Gobernación, Rosa Icela Rodríguez, reveló una estrategia audaz: el programa Tianguis del Bienestar ha redistribuido 1.46 millones de productos nuevos y 63 toneladas de artículos decomisados a redes criminales, transformando el fruto de la ilegalidad en esperanza concreta.

Este modelo disruptivo —que conecta la lucha contra el narcotráfico con políticas de desarrollo comunitario— ha impactado a 35,797 familias en Guerrero y Oaxaca, estados históricamente abandonados. La selección de municipios como Metlatónoc y Cochoapa El Grande (epicentros de marginación nacional) no es casual: responde a un rediseño radical de la asistencia pública, donde los bienes incautados se convierten en capital social.

“La marginación es el criterio clave”, explicó Rodríguez en Palacio Nacional. La iniciativa, impulsada por la Presidencia, opera bajo una lógica inversa: en lugar de depender de presupuestos tradicionales, aprovecha activos confiscados —desde electrodomésticos hasta materiales de construcción— creando un ecosistema circular que desarma financieramente a las organizaciones delictivas mientras reconstruye el tejido social.

El programa, que ya cubrió 16 municipios y 74 comunidades afectadas por pobreza extrema o desastres naturales, plantea un interrogante revolucionario: ¿Podría este mecanismo convertirse en un estándar global para reutilizar bienes decomisados? Al vincular seguridad nacional con desarrollo local, México está escribiendo un manual inédito de innovación social donde cada incautación se traduce en oportunidades tangibles para los más vulnerables.