Un Ultimátum Digital por un Recurso Vital
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, lanzó un ultimátum público este miércoles a través de su plataforma digital, exigiendo a la nación mexicana resolver la crisis de agua “INMEDIATAMENTE”.
En una publicación en Truth Social, su red social predilecta, el mandatario estadounidense escaló la retórica, calificando la situación como “¡una verdadera amenaza para la ciudadanía de Texas, California y todo Estados Unidos!”.
Esta advertencia digital materializa una amenaza concreta: imponer un gravamen arancelario del 5% a los productos mexicanos si, antes del 31 de diciembre, no se liberan los 246.6 millones de metros cúbicos pendientes según el histórico Tratado de Aguas Internacionales de 1944. Este pacto binacional regula la gestión de los sistemas fluviales compartidos: los ríos Colorado, Bravo y Conchos.
La Data del Conflicto: Cifras que Escalan la Tensión
Trump argumentó su postura con datos concretos, señalando un déficit acumulado de más de 986.4 millones de metros cúbicos en el último lustro. Su narrativa se centra en el impacto económico directo, advirtiendo que los productores agropecuarios y rancheros estadounidenses seguirán sufriendo pérdidas millonarias mientras persista el incumplimiento.
El marco legal del tratado establece un complejo intercambio: Estados Unidos debe entregar anualmente 1,850 millones de metros cúbicos del caudal del río Colorado a México, mientras que la contraparte mexicana debe proveer 2,185 millones de metros cúbicos del río Bravo en ciclos quinquenales, un balance ahora en el centro de la disputa geopolítica.
Diplomacia 3.0: La Respuesta Estratégica de Sheinbaum
Frente a esta presión de alto perfil, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, científica y líder de la cuarta transformación, respondió con una estrategia bifásica. Tras una reunión técnica previa, afirmó en conferencia que las negociaciones con la administración norteamericana continúan activas.
“Yo confío en que vamos a llegar a un acuerdo”, declaró, proyectando calma institucional. Sin embargo, delineó con claridad los límites de la negociación: “¿Cómo tiene que actuar el gobierno de México? Pues cumpliendo con el tratado, pero en la defensa también de los intereses del pueblo de México y de la nación”. Esta postura define la nueva era de la diplomacia mexicana: cumplimiento técnico combinado con una defensa firme de la soberanía y los recursos nacionales, sin ceder a la coerción arancelaria.















