Tultepec demuestra que la pirotecnia no es su única especialidad

En un giro irónico que nadie anticipó (o quizá todos), Tultepec, la capital mexicana de los fuegos artificiales, ha decidido diversificar su portafolio de explosiones. Esta vez, sin necesidad de esperar a las fiestas patrias, un polvorín clandestino se encargó de iluminar el cielo con un espectáculo no autorizado, pero igualmente estruendoso.

El Barrio Santa Isabel fue el afortunado escenario donde la pirotecnia ilegal demostró que no necesita permisos para robar protagonismo. Vecinos, expertos en distinguir entre cohetes legales e ilegales por experiencia propia, confirmaron que el estruendo “se escuchó a varias cuadras”, lo que en términos tultepequenses equivale a un “evento moderadamente ruidoso”.

Como en toda buena tragedia (o comedia, según el cristal con que se mire), llegaron los héroes de cartón: Protección Civil, Bomberos y la Policía Municipal, quienes, tras acordonar la zona, se limitaron a observar los restos del espectáculo. El Gobierno municipal, en un comunicado que mezclaba alivio y surrealismo, anunció que no había personas lesionadas, solo egos heridos de quienes esperaban un show más grande.

Mientras los cuerpos de emergencia fingían trabajar, los residentes se preguntaban si esto contaría como ensayo para el próximo concurso de castillos de fuegos artificiales. Al fin y al cabo, en Tultepec hasta las desgracias tienen un toque pirotécnico.