Un bebé desaparece en García tras ser llevado por su padre

Foto: Agencia Reforma.

La desaparición que mantiene en vilo a Nuevo León

MONTERREY, NL.— ¿Dónde está Ismael Santiago? Las autoridades no descartan que el bebé de un año, sustraído por su propio padre el 16 de abril en la colonia Privalía Cumbres, enfrente un peligro inminente. La Fiscalía General de Justicia activó la Alerta Amber tras 45 días de búsqueda infructuosa, pero las preguntas se multiplican: ¿Por qué el progenitor, identificado como Aarón Montes Nicolás, no ha dado señales de vida? ¿Existe un trasfondo familiar que explique este acto?

Los detalles que alarman a las autoridades

Según documentos judiciales obtenidos por este medio, la madre del menor denunció que el padre se lo llevó sin consentimiento. El niño, de cabello castaño claro, tez blanca y ojos cafés, mide 90 centímetros y tiene una marca de quemadura en el brazo izquierdo. Expertos consultados advierten que, por su edad y el tiempo transcurrido, el caso podría tornarse crítico. “En secuestros parentales, cada hora cuenta”, subraya un agente de la Agencia Estatal de Investigaciones bajo condición de anonimato.

La pista fría y el llamado a la sociedad

Mientras las autoridades rastrean cámaras de vigilancia y registros migratorios, la comunidad de García se moviliza. ¿Vio usted a un hombre con un bebé inquieto? Las líneas 8120204439 y 8120204460, así como el correo alertaamber@fiscalianl.gob.mx, están habilitadas para recibir información. Este medio confirmó que no hay órdenes de restricción previas contra el padre, lo que profundiza el misterio: ¿Fue un acto premeditado o una decisión impulsiva? La respuesta podría estar en manos de un testigo anónimo.

Lo que revelan los precedentes

Datos de la Red por los Derechos de la Infancia indican que el 68% de las desapariciones infantiles en México involucran a un familiar. Sin embargo, la falta de protocolos ágiles —como demora en emitir alertas— complica estos casos. Mientras Ismael Santiago sigue sin aparecer, la pregunta persiste: ¿Está el sistema fallando a los niños más vulnerables?