La noche que la diversión se convirtió en pesadilla
La noche de este domingo, el juego mecánico denominado Booster, una atracción diseñada para la adrenalina, sufrió una falla catastrófica al impactar violentamente con su propia estructura de soporte. El resultado fue una escena de caos: la máquina quedó inmovilizada a más de 20 metros de altura, dejando a dos personas atrapadas en una de sus canastillas durante la 44 Feria de San Miguel Arcángel y la Alfarería 2025.
En mi larga trayectoria, he aprendido que estos incidentes rara vez son “accidentes”; suelen ser la suma de pequeños descuidos. El balance final fue de al menos cinco heridos por contusiones. Mientras tres personas lograron evacuar la atracción por sus propios medios, la situación para la pareja restante era crítica, requiriendo una intervención profesional.
El rescate, liderado por el valioso personal de Protección Civil, fue un ejemplo de protocolo y calma bajo presión. No se trataba simplemente de bajar a dos personas; era una operación técnica que demandó el despliegue de grúas especializadas, elevadores y hasta un dron para una evaluación precisa de los daños estructurales. Cada minuto cuenta en estas situaciones, y la coordinación es la clave entre el miedo y la seguridad.
Los asistentes, convertidos en testigos involuntarios, captaron la escena en video. Esas grabaciones, que rápidamente se viralizaron en redes sociales, son un testimonio crudo. No solo muestran el instante preciso de la falla mecánica, sino que también capturan los gritos de pánico, un sonido que ningún operador de juegos quiere escuchar jamás. Estas imágenes deben servir como una lección dura sobre la importancia del mantenimiento riguroso.
Finalmente, tras la compleja maniobra, ambos jóvenes fueron rescatados con éxito y recibieron de inmediato la atención médica necesaria. Este evento nos deja una reflexión profunda: la emoción de una feria no puede jamás comprometer la integridad de las personas. La seguridad no es un gasto, es una obligación.
