La explosión que cambió una vida en la comunidad de El Rincón
QUERÉTARO, Qro.- Una detonación violenta interrumpió la tranquilidad en la comunidad de El Rincón, municipio de Cadereyta. Lo que pudo ser un momento de celebración se transformó, en un instante, en una escena de emergencia. El Gobierno del estado de Querétaro ha confirmado lo que las primeras versiones solo atisbaban: el menor afectado por el estallido de material pirotécnico ha perdido de manera irreversible uno de sus ojos. Pero, ¿qué artefacto exactamente causó el daño? ¿Estaba siendo manipulado por el niño o fue un incidente cercano? Las autoridades guardan, por ahora, silencio sobre estos detalles cruciales.
Una batalla médica por salvar lo que queda de visión
El secretario de Gobierno estatal, Eric Gudiño, revela que el infante permanece bajo vigilancia intensiva en el Hospital del Niño y la Mujer. Un equipo multidisciplinario de especialistas libra una carrera contra el tiempo y las lesiones, intentando preservar el ojo restante. El estado de este órgano es descrito como “delicado”, un término médico que esconde la gravedad de las quemaduras internas y el daño tisular extenso. La investigación de este medio ha descubierto que la valoración para un traslado a la unidad de quemaduras pediátricas de Galveston, en Texas, Estados Unidos, fue seria y rápida. Sin embargo, una revisión exhaustiva concluyó que la atención en Querétaro era la más adecuada, evitando los riesgos de un viaje internacional en estado crítico. “Ya perdió un ojo”, declaró Gudiño con crudeza, una frase que resume la magnitud de la tragedia.
El acompañamiento oficial y las preguntas sin responder
Las autoridades estatales aseguran mantener un acompañamiento permanente a la familia, ofreciendo apoyo psicológico y logístico. Paralelamente, reiteran el llamado urgente a la ciudadanía para evitar el uso de pirotecnia, especialmente en manos de menores. Este incidente se enmarca en el preocupante incremento de siniestros durante la temporada de festividades de fin de año. Gudiño subraya que este caso debe servir como una alerta máxima: “Es una tragedia evitable. La pirotecnia no es un juego”.
Conclusión: Más allá del llamado a la prevención
Sin embargo, la narrativa oficial de la “tragedia evitable” deja un regusto a informe incompleto. Un periodismo investigativo persistente debe preguntarse: ¿de dónde procedían los artefactos pirotécnicos involucrados? ¿Eran legales o forman parte del comercio informal que florece en estas fechas? ¿Existe un patrón de accidentes similares en comunidades aledañas que no ha sido debidamente documentado? La pérdida de un ojo en un niño no es solo un accidente; es un síntoma de un problema de fondo que combina desinformación, acceso fácil a productos peligrosos y, posiblemente, fallas en la regulación y vigilancia. La verdadera revelación no es el accidente en sí, sino la red de circunstancias que lo permiten, año tras año, convirtiendo la alegría en dolor en un abrir y cerrar de ojos. La historia de este niño de Cadereyta debe impulsar no solo la conciencia, sino una investigación profunda sobre la cadena de distribución y la efectividad real de las campañas preventivas.












