Un grito de auxilio desde la periferia
En el corazón de la colonia Gaviotas, un letrero con un desgarrador “SOS, AL FONDO TAMBIÉN EXISTIMOS” se ha convertido en el símbolo del abandono institucional. Silvia Hernández desplegó esta pancarta como un llamado de emergencia desde una zona marginada que permaneció cinco días sin asistencia oficial tras la catástrofe climática.
La brecha de la ayuda humanitaria
Desde su residencia en la ribera del río, Silvia fue testigo de cómo las brigadas de rescate y funcionarios se concentraban en áreas más accesibles, mientras su calle permanecía sepultada bajo medio metro de sedimentos. “La asistencia humanitaria se detiene en la entrada principal. Hacia el interior nos tienen en el olvido absoluto”, denunció.
Resiliencia comunitaria frente a la crisis
Ante la ausencia de protocolos de emergencia efectivos, la comunidad activó sus propias redes de apoyo. Docentes y familias organizaron colectas de alimentos, mientras las vecinas implementaron un sistema de turnos para cocinar, limpiar y cuidar a los menores. Esta organización ciudadana horizontal contrasta con la lentitud burocrática.
Emergencia sanitaria y ambiental
El paisaje evidencia una crisis ambiental multidimensional: acumulación de residuos, colchones contaminados y fauna en descomposición. “Existen sectores intransitables donde el aire es irrespirable. Desconocemos si el origen del hedor es animal o humano, pues nadie realiza labores de reconocimiento”, alertó Silvia.
Salud pública en riesgo
Cada día sin intervención profesional incrementa los riesgos epidemiológicos. La comunidad requiere urgentemente maquinaria pesada para desazolve y equipos de sanitización para prevenir brotes infecciosos en un entorno donde el lodo se ha solidificado y las entradas permanecen bloqueadas.
El costo humano del abandono
Más allá de las pérdidas materiales, Silvia describe el impacto psicológico colectivo: “Experimentamos miedo, agotamiento extremo y una profunda sensación de desamparo”. Sin embargo, destaca cómo la solidaridad comunitaria se ha convertido en su principal mecanismo de contención emocional y supervivencia.
Una demanda básica de dignidad
Su petición resume las necesidades fundamentales: “Solicitamos agua potable, alimentos básicos y que no nos excluyan de la respuesta institucional”. Mientras su cartel permanece como testimonio de resistencia, esta comunidad marginada espera que su existencia sea finalmente reconocida y atendida.