¿Qué sucede cuando decidimos que la cultura no es una mercancía, sino un derecho fundamental? Paco Ignacio Taibo II, al frente del Fondo de Cultura Económica (FCE), ha lanzado un proyectil contra el paradigma editorial convencional: la iniciativa “25 para el 25“, una disruptiva operación que pondrá 2.5 millones de libros físicos, de forma gratuita, en las manos de la juventud latinoamericana, con edades comprendidas entre los 15 y 30 años.
Desde el Palacio Nacional, en la conferencia matutina de la presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, Taibo II no se limitó a anunciar un programa de fomento a la lectura; declaró el inicio de la “operación de promoción literaria más colosal a escala global”, un desafío directo a la lógica comercial que domina el ecosistema del libro.
Una geografía de alianzas contra viento y marea
Este movimiento, gestado durante un bienio, es un experimento de diplomacia cultural y resistencia. Con un financiamiento innovador canalizado a través del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado y la colaboración de naciones como Colombia, Cuba y Venezuela, el proyecto navega contra la corriente. La experiencia con Argentina, tras la llegada de Javier Milei, demostró la fragilidad de los pactos y la necesidad de construir redes resilientes. Taibo II describió la épica “odisea” para conseguir los derechos de autor—una travesía de rechazos por parte de familias y sellos editoriales—, revelando las grietas del sistema de propiedad intelectual.
La incorporación de Uruguay y Honduras a la red de distribución, junto con una jugada maestra que involucra a la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) para llegar a las comunidades migrantes mediante los consulados en Estados Unidos, redefine el concepto de frontera cultural.
El canon disruptivo: una biblioteca para insurrectos
Imaginen el acto subversivo de abrir cajas simultáneamente en 200 plazas de América Latina, incluido el Zócalo de la Ciudad de México, el próximo 17 de diciembre. No es una simple distribución; es un performance político-cultural. La antología es un manifiesto en sí misma, un panteón de voces que han agitado la conciencia continental: desde el realismo mágico de Gabriel García Márquez hasta la crónica incisiva de Elena Poniatowska; desde la poesía de Roque Dalton y Blanca Varela hasta la narrativa de Eduardo Galeano y Mario Benedetti. Esta selección cuestiona el boom literario tradicional, predominantemente masculino, e integra una constelación de autoras como Amparo Dávila y Guadalupe Dueñas, tejiendo un nuevo relato colectivo.
La presidenta Sheinbaum celebró esta “recuperación de una literatura de una época determinada que aborda temas cruciales”, destacando la monumental labor realizada.
Hacia un nuevo ecosistema del libro
Taibo II no solo está regalando libros; está sembrando las semillas para un nuevo modelo. Al denunciar la práctica aberrante de que las editoriales destruyan ejemplares para aliviar cargas fiscales, propone una solución lateral: la donación masiva para crear una red de bibliodiversidad. Cada libro de esta colección representó una batalla, no solo por el prestigio, sino contra la mentalidad economicista que ve la cultura como un producto. Este no es un simple programa de fomento a la lectura; es un experimento audaz que nos invita a imaginar un mundo donde el conocimiento circula libremente, donde los problemas de distribución se convierten en oportunidades para la conexión humana y donde la herencia literaria se convierte en un bien común, no en un patrimonio encerrado. ¿Estamos presenciando el nacimiento de un nuevo paradigma para la cultura escrita?