Una investigación que revela un patrón
Un juez de control decretó la prisión preventiva justificada para Uriel N, el individuo que el pasado martes irrumpió en la seguridad de la presidenta Claudia Sheinbaum en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Sin embargo, la orden de aprehensión y el vínculo a proceso no surgieron directamente del incidente con la mandataria, sino de la denuncia formal interpuesta por otra mujer, quien relató una agresión similar sufrida el mismo día y en la misma zona.
¿Un delito aislado o una conducta reiterada?
Tras una audiencia de casi hora y media, la justicia no solo fijó la medida cautelar, sino que otorgó un plazo de un mes para el cierre de la investigación complementaria. El delito que se le imputa oficialmente es el de abuso sexual. Los hechos sugieren una inquietante pregunta: ¿el acoso a la jefa del Ejecutivo fue un acto espontáneo o la punta de un iceberg que revela un patrón delictivo? Los testimonios y las evidencias comienzan a trazar una línea que conecta puntos que inicialmente parecían inconexos.
La prisión preventiva y las nuevas revelaciones
Como resultado de esta determinación judicial, el imputado permanecerá recluido en el Reclusorio Norte. Las autoridades han asegurado que se han tomado todas las medidas para garantizar la integridad de las víctimas y el debido proceso. Este caso ha trascendido la noticia del momento para convertirse en un examen sobre la eficacia del sistema para responder a delitos de violencia de género en espacios públicos. La conclusión que emerge es significativa: la acción legal no se activó por la figura pública afectada, sino por la valentía de una ciudadana anónima, lo que cambia por completo la perspectiva del suceso y subraya la importancia de todas las denuncias.














