A casi una semana de la explosión de una pipa de gas LP en el puente de La Concordia, en Iztapalapa, el dolor de las víctimas y sus familias sigue presente.
El accidente del 10 de septiembre dejó 94 personas afectadas, 17 fallecidas y 37 hospitalizadas.
Cristina, comerciante de la colonia Lomas de Zaragoza, recordó el momento en que varias personas llegaron a su local envueltas en llamas pidiendo ayuda. Entre ellos, un hombre que, al mirarse en un espejo y ver su rostro y manos gravemente quemados, gritó desesperado: “¡Mejor me hubiera muerto!”. Según las descripciones dadas por la mujer, el afectado tenía la piel del rostro, cabeza y de las manos desprendida.
Otra de las dolorosas anécdotas que quedaron registradas, fue en una entrevista de Multimedios, donde un oficial contó cómo fue el momento en que ayudó a una persona que había sido fuertemente afectada por las llamas.
“Lo que hice fue correr hacia el caminó y sacar a esta persona. Recuerdo mucho que cuando la quise auxiliar para sacarla del perímetro, me decía: Si no la llego a librar, no permitas que quede como desaparecido, avísale a mi primer contacto. En mi cabina está mi cartera y mi celular, llévatelas por favor.”
La tragedia ocurrió cuando la pipa, con más de 49 mil litros de gas LP, volcó y provocó una fuga que en segundos desató la explosión. Además de las víctimas humanas, hubo severos daños a vehículos e infraestructura.
La Fiscalía capitalina informó que los primeros peritajes apuntan a exceso de velocidad como posible causa del accidente, aunque las investigaciones siguen en curso para esclarecer responsabilidades.
Más allá de las cifras, los testimonios muestran la magnitud de un hecho que marcó para siempre a esta comunidad, recordándonos la fragilidad de la vida y la necesidad de atender a las víctimas con solidaridad y justicia.