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El niño que juega con Dios en la banqueta

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Con apenas 11 años, el hijo de la familia Rangel Rocha decidió cambiar las caricaturas

Coahuila.- En la sala de una pequeña casa de la colonia Federico Berrueto, al oriente de Saltillo, un altar con vírgenes y santos cubre casi todo el espacio donde se encuentra sentado Rodrigo Rangel, un niño de 11 años con vocación de sacerdote.

Desde hace cinco años, cuando apenas tenía 6, descubrió su vocación mientras veía a su madre ordenar y decorar un altar católico. “Me gusta mucho hacer altares con mi mamá, porque toda mi familia es muy religiosa”, comenta.

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Los antecedentes de su vocación se remontan a las hermanas de su abuela, quienes en Zacatecas ingresaron a un convento para ser monjas y entregar su vida a la Iglesia y al servicio al prójimo, “yo no las conocí, pero me han contado”, dice Rodrigo.

Ahora, él tiene todas las intenciones de ingresar al Seminario de Saltillo y dedicar su vida al servicio sacerdotal. Lo ansía tanto, que ni siquiera ha esperado a tener la edad para ser seminarista y poner en práctica las liturgias.

Su amor al sacerdocio lo llevó desde pequeño a visitar diariamente la Iglesia y a asistir a misas, donde aprendió de manera autodidacta a realizar las ceremonias religiosas, que después comenzó a replicar en la banqueta de su casa.

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Un día –narran sus vecinos– Rodrigo salió de su casa con una torre de cubetas y una tabla para improvisar una mesa, después su familia le dio un mantel para vestir el altar donde da sus ceremonias y así comenzó una disciplina extraordinaria.

Observando y replicando, el niño se hizo de los utensilios necesarios para dar una misa: la copa de vidrio que forró con papel aluminio para simular que es de metal, los misales y libros con oraciones y una campana.

Rodrigo dejó los juguetes y las caricaturas para dedicar largos ratos a la oración y la reflexión religiosa. “Quiero encontrar al Espíritu Santo como lo encuentran los sacerdotes para poder ayudar a la demás gente”, comenta.

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Con el tiempo, el niño se dio cuenta de que si quería ser sacerdote necesitaba parecerlo más y pidió que le hicieran un alba y una casulla para portar durante sus misas, que se prolongan hasta por 40 minutos en la banqueta afuera de su casa.

Entonces, cuando lo vieron vestido como sacerdote y leyendo y reflexionando sobre la Biblia en su altar improvisado, los demás niños de la colonia comenzaron a burlarse de él, “pero nunca les hago caso, los ignoro porque esto es lo que yo quiero hacer”, dice Rodrigo.

“Cuando estoy en el altar dando misa siento mucha paz interior, creo que es mi vocación ser sacerdote y mi familia sabe que eso quiero y me van a dejar ir al Seminario”, comenta el niño, quien ya ha tenido acercamientos con la Iglesia para manifestar sus intenciones de pertenecer al cuerpo sacerdotal.

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POCO RESPETO

Al interior de la propia Iglesia, Rodrigo Rangel Rocha ha encontrado opiniones encontradas respecto a sus prácticas como “sacerdote” en su colonia, pues algunos padres lo han apoyado, mientras que otros creen que se burla de ellos.

“El padre Feliciano me ha dicho que está bien, que él también hacía lo que yo hago cuando era un niño, pero un padre franciscano ha dicho que está mal porque piensa que lo tomo ha burla, pero no es verdad”, dice Rodrigo.

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Antes de la entrevista, el niño nos pidió escuchar la misa con él. Estuvimos bajo el sol siguiendo su liturgia, idéntica

A DIARIO

*Rodrigo sale todas las tardes a la banqueta de su domicilio, ubicado en la colonia Federico Berrueto, y en punto de las 19:00 horas “oficia” misa tal como se hace en una iglesia, incluyendo cada lectura, homilía y la consagración del vino y la hostia.

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AGENCIAS

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