Tamaulipas enfrenta crisis de salud mental con cinco suicidios en un día

La entidad de Tamaulipas vivió una jornada particularmente crítica en materia de salud pública, registrando cinco suicidios consumados en un período de veinticuatro horas, a los que se sumaron dos intentos que pudieron ser impedidos. Este conjunto de eventos, concentrado en un lapso tan reducido, arroja una luz cruda sobre la situación de emergencia que se vive en la región en lo que respecta a la salud mental y los factores de riesgo psicosocial.

 

El primer caso ocurrió en el municipio de Matamoros, donde una mujer de 35 años, originaria de Pánuco, perdió la vida. Según las declaraciones de sus familiares a las autoridades, la mujer enfrentaba una problemática dual: una adicción al alcohol y una relación de pareja marcada por el conflicto. Esa misma jornada, en Reynosa, un hombre de 40 años fue hallado sin vida. Su esposa reveló que él padecía una depresión severa y que, de manera explícita, había expresado su deseo de morir tan solo un día antes del trágico desenlace.

 

En Ciudad Victoria, la vida de un joven identificado como Gabriela también llegó a su fin. Una vecina informó a los cuerpos de seguridad que el fallecido atravesaba un profundo estado depresivo tras haber sido abandonado por su esposa.

 

De vuelta en Matamoros, otra mujer falleció en un hospital luego de que los esfuerzos médicos por salvarla resultaran infructuosos. Aunque su hija llegó a tiempo para interrumpir su intento de ahorcamiento, las lesiones ya eran demasiado graves. Completa esta serie de muertes un hombre de 36 años en Reynosa, quien fue encontrado sin vida en el segundo piso de su vivienda, utilizando un cinturón de seguridad atado a una escalera. Paralelamente a estas muertes, se desarrollaron dos episodios donde la intervención oportuna logró evitar una tragedia mayor. En el municipio de Altamira, una mujer se lanzó desde un puente a la carretera Tampico-Mante. Contra todo pronóstico, sobrevivió al impacto con heridas menores y sin ser atropellada por ningún vehículo.

 

Se supo que estaba sumida en un periodo de depresión aguda debido a problemas familiares. Casi de manera simultánea, en el puente Tampico, un hombre se preparaba para lanzarse al vacío ante la mirada de su pareja, quien realizó una llamada de auxilio al 911. La rápida actuación de elementos de la Guardia Estatal, que lograron persuadirlo, fue crucial para que desistiera de su intención. El patrón que emerge de las narrativas familiares y del entorno inmediato de las víctimas apunta a un cóctel de factores desencadenantes.

 

La depresión no tratada aparece como un denominador común y devastador. A esta se le suman, con frecuencia, las decepciones amorosas y, de manera muy significativa, las adicciones, particularmente al alcohol, como un elemento que agrava la vulnerabilidad de las personas. Estos casos no son hechos aislados, sino síntomas de una problemática de salud pública más amplia y compleja. Subrayan la imperiosa necesidad de fortalecer los sistemas de atención y prevención, de destinar recursos a la salud mental y de promover una cultura donde buscar ayuda profesional no esté estigmatizado.

 

La diferencia entre la vida y la muerte, como lo demuestran los dos intentos frustrados, puede residir en una intervención rápida, un sistema de apoyo efectivo y una red comunitaria que esté alerta. La jornada en Tamaulipas no es solo una estadística luctuosa; es una llamada de atención urgente sobre una crisis silenciosa que requiere una respuesta coordinada, compasiva y técnica por parte de la sociedad en su conjunto y de las instituciones responsables.

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