Profeco obliga a Sony a mostrar precios de PlayStation en pesos

En un giro que nadie vio venir —excepto todos los consumidores hartos de hacer conversiones mentales—, Sony ha sido denunciada por presumir los precios de sus juegos en dólares, como si México fuera el estado 51 de EE.UU. o un paraíso fiscal. La Profeco, en un arrebato de celo regulatorio, ha exigido a la corporación nipona que deje de tratar a los gamers locales como contadores improvisados y muestre las cifras en pesos, la moneda con la que, sorpresa, pagamos los impuestos.

La empresa recibió una notificación formal donde se le recordó amablemente (con letra chiquita y subrayada) que la Ley Federal de Protección al Consumidor no es un manual de sugerencias, sino un texto que, al parecer, alguien en Sony olvidó traducir del japonés. La norma exige exhibir precios en moneda nacional, incluyendo todos los impuestos, comisiones y ese pequeño detalle llamado realidad económica local.

Mientras los inspectores de Profeco monitoreaban el sitio de PlayStation como si fuera un nivel secreto de Metal Gear Solid, la dependencia recibió un centenar de denuncias digitales, probablemente escritas entre lágrimas y memes. “Si queremos sentir que nos roban, preferimos que sea en pesos”, declaró un usuario anónimo mientras actualizaba su currículum para emigrar a Canadá.

El artículo 34 de la ley es claro: los precios deben estar en español y en pesos, aunque Sony insista en que el “dólar es el lenguaje universal del capitalismo”. Por su parte, el artículo 7 Bis añade que el monto total debe incluir hasta el último centavo, porque, seamos honestos, nadie compra un juego sin que le sumen el IVA, el impuesto al respiro y la comisión por usar internet.

La Profeco invitó a los afectados a formalizar sus quejas, aunque advirtió: “Si su reclamo incluye spoilers de God of War, será archivado automáticamente”. Las opciones son llamar al Teléfono del Consumidor, enviar un correo electrónico (que Sony responderá en dólares) o gritar en redes sociales, donde la atención es tan rápida como el servicio al cliente de una aerolínea low-cost.