TikTok cede el control en EEUU tras un acuerdo con Oracle y otros inversores
¿Qué precio debe pagar una aplicación para sobrevivir a una guerra geopolítica? La respuesta, al menos para TikTok, parece ser la mitad de su alma corporativa en Estados Unidos. Una investigación basada en documentos internos y el rastro de órdenes ejecutivas revela que la plataforma de videos cortos ha firmado un pacto vinculante para transferir el control operativo en territorio estadounidense a un consorcio de inversores liderado por Oracle, Silver Lake y MGX. Este movimiento, más que una simple transacción, es la culminación de un tortuoso proceso de años, marcado por la desconfianza y los vaivenes políticos.
Según un memorándum confidencial al que tuvo acceso The Associated Press, y que fue corroborado por el propio CEO Shou Zi Chew, la fecha clave está fijada para el 22 de enero. Pero, ¿qué se esconde detrás de los titulares? Un examen detallado de la estructura del acuerdo plantea más preguntas sobre el verdadero equilibrio de poder.
La ingeniería financiera de una empresa conjunta bajo lupa
La nueva entidad corporativa que gobernará TikTok en EE.UU. será propiedad en un 50% exacto del consorcio de nuevos accionistas, donde Oracle, Silver Lake y MGX controlarán un 15% cada uno. Un 30.1% quedará en manos de afiliados de los actuales inversores de ByteDance, mientras que la matriz china conservará un 19.9%. Esta distribución, presentada como un equilibrio, genera escepticismo: ¿es suficiente una participación minoritaria para calmar las preocupaciones de seguridad nacional que impulsaron esta venta forzada?
La compañía contará con una junta directiva de siete miembros, “la mayoría de ellos estadounidenses”, según el documento. Sin embargo, la vaguedad de la frase “sujeta a términos que protejan los datos” en el memorándum exige un escrutinio mayor. ¿Cuáles son exactamente esos términos? ¿Quién los supervisará?
El algoritmo y los datos: el núcleo del conflicto
Aquí es donde la investigación profundiza en el meollo del asunto. Los datos de los usuarios estadounidenses serán almacenados en servidores locales gestionados por Oracle, un gigante tecnológico con fuertes vínculos gubernamentales. Pero el elemento más crítico es el algoritmo, el cerebro secreto que determina qué ve cada usuario.
El memorándum revela que este sistema será “reentrenado” utilizando exclusivamente datos de usuarios estadounidenses, con el declarado objetivo de “garantizar que el feed de contenido esté libre de manipulación externa“. Esta decisión técnica es, en realidad, una admisión tácita de que la posibilidad de dicha manipulación fue el fantasma que persiguió a la plataforma. La nueva empresa también asumirá la moderación de contenidos dentro del país, otro punto de fricción política constante.
Una cronología de presión e incertidumbre reveladora
Para entender la magnitud de esta capitulación, es necesario reconstruir la línea de tiempo. Tras una ley bipartidista promulgada por el presidente Joe Biden que amenazaba con una prohibición total, TikTok enfrentaba su apagón en enero de 2025. Y así ocurrió, durante varias horas críticas.
La narrativa oficial cambió radicalmente el primer día del presidente Donald Trump en el cargo, cuando firmó una orden ejecutiva para mantenerla operativa mientras se negociaba una venta. Lo que siguió fue un peculiar baile de tres órdenes ejecutivas adicionales, cada una extendiendo plazos sin una base legal clara. La segunda, en abril, casi cristaliza un acuerdo de escisión que se derrumbó cuando China respondió con represalias arancelarias. Una tercera en junio y una cuarta en septiembre mantuvieron la aplicación con vida de manera precaria.
Esta sucesión de eventos no habla solo de una negociación comercial, sino de un pulso geopolítico donde TikTok fue el peón. El acuerdo final, por tanto, no es una victoria limpia para nadie. Es un compromiso forjado bajo una presión extrema, que deja a ByteDance con una participación minoritaria pero estratégica, y a las autoridades estadounidenses con un control operativo que deberán vigilar de cerca. La verdadera revelación es que, en la era de la data, la soberanía digital se negocia en porcentajes de propiedad y en el código de un algoritmo reentrenado. La batalla por TikTok ha terminado, pero la guerra por el control de la esfera digital global acaba de entrar en una nueva y compleja fase.

















