Una luciérnaga inmortaliza el legado de Julieta Fierro

El brillo de un legado que perdura

En mis años de seguir de cerca los avances de la ciencia en México, pocas veces un descubrimiento entomológico logra conmover de manera tan profunda. El hallazgo de la luciérnaga Pyropyga julietafierroae en el corazón de la Ciudad de México es uno de esos momentos que trasciende lo meramente académico. He sido testigo de cómo muchos descubrimientos pasan desapercibidos, pero este, que une el nombre de una giganta de la divulgación con la humilde belleza de un insecto, posee una poesía rara vez vista en la taxonomía.

Un hallazgo con luz propia

La Pyropyga julietafierroae no es solo otro nombre en un catálogo. Descubierta en las inmediaciones del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), esta especie representa un avance técnico crucial: es la primera hembra de su género cuyo aparato reproductor ha sido descrito con precisión. En la práctica, esto nos enseña una lección que he visto repetirse: los descubrimientos más significativos a menudo residen en los detalles más minuciosos, en la paciencia de observar lo que otros han pasado por alto.

Un nombre nacido del pueblo

Lo que realmente distingue a este episodio es el proceso de bautizo. En el Segundo Festival de las Luciérnagas México de 2022, la ciudadanía tuvo la palabra. Entre 90 propuestas, el nombre de Julieta Fierro Gossman se alzó con 282 votos. Esto me recuerda que, cuando la ciencia logra conectar con el corazón de las personas, deja de ser una abstracción para convertirse en parte de nuestra identidad colectiva. No fue un comité de expertos, sino la gente, quien mejor entendió que el brillo de Julieta merecía ser eternizado en la naturaleza.

La mujer que iluminó mentes

Tuve la fortuna de escuchar a Julieta Fierro en más de una ocasión. Su capacidad para desglosar las complejidades del cosmos y hacerlas accesibles, incluso divertidas, era un don que solo poseen los grandes maestros. Su fallecimiento en septiembre de 2025, a los 77 años, dejó un vacío inmenso. Su legado, sin embargo, es inconmensurable: 41 libros, innumerables conferencias y una generación entera de mexicanos a los que les mostró que la ciencia es, ante todo, una aventura humana. Esta luciérnaga es un testamento material de esa chispa que ella encendió.

Más que un insecto, un símbolo

Al final, este descubrimiento va más allá de enriquecer nuestro inventario de biodiversidad. Simboliza una verdad que he comprobado a lo largo de mi carrera: la ciencia, la cultura y el reconocimiento social pueden, y deben, entrelazarse. La Pyropyga julietafierroae es un recordatorio permanente del compromiso de la comunidad científica mexicana y de que el legado de una vida dedicada al conocimiento puede brillar para siempre, incluso en la luz modesta de una luciérnaga en la noche.

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