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Tecnología

X confía a la IA la redacción de notas comunitarias en su plataforma

La plataforma X delega en máquinas la tarea de moderar el discurso humano, ¿avance o distopía digital?

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En un giro que hubiera hecho llorar de emoción a George Orwell, X ha decidido que los algoritmos son más dignos de confianza que los humanos para arbitrar la verdad en internet. A partir del 1 de julio, las máquinas podrán redactar sus propios dictámenes comunitarios, porque nada dice “libertad de expresión” como delegar el debate público en sistemas entrenados con los sesgos de sus programadores.

“Los humanos siguen al mando”, proclama el comunicado corporativo, mientras prepara el terreno para que los redactores de notas robóticos reemplacen progresivamente a esos seres imperfectos que insisten en tener opiniones divergentes. La plataforma promete que estos jueces digitales ofrecerán información “menos sesgada”, lo cual, traducido al castellano, significa que homogenizarán el pensamiento bajo la excusa de la neutralidad algorítmica.

El proceso es tan transparente como un contrato de Elon Musk: las notas generadas por IA serán evaluadas por otro algoritmo —un código que juzga código—, creando un bucle infinito de autorreferencia tecnocrática. Eso sí, X se compromete a etiquetar estas perlas de sabiduría artificial con “medidas de transparencia”, que probablemente consistirán en un asterisco minúsculo que diga “escrito por una máquina con ínfulas de filósofo”.

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Lo más hilarante es el requisito de que las publicaciones deben ser solicitadas por humanos antes de que la IA ejerza su veredicto. Una pantomima de participación ciudadana donde, al final, quien lleva la batuta es un software entrenado para imitar la empatía. Para unirse al piloto, los usuarios deben someterse a un proceso de selección tan riguroso como el de una secta: solo los elegidos podrán alimentar al monstruo con datos hasta que este aprenda a prescindir de ellos por completo.

Mientras tanto, en el departamento de relaciones públicas de X, algún ejecutivo se frota las manos pensando en el ahorro de nóminas cuando los fact-checkers humanos sean tan obsoletos como los moderadores de contenido. Bienvenidos al futuro: donde la imparcialidad se subcontrata a máquinas y el disenso se gestiona mediante tickets de soporte técnico.

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