Julión Álvarez coronado como nuevo mesías del entretenimiento proletario

En una noche donde el Parque López Mateos mutó de espacio público a santuario laico, el venerado Julihombre realizó su milagro más esperado: convertir tres horas de polka acelerada en terapia grupal para las masas olvidadas por el neoliberalismo. Con su Norteño Banda (herederos modernos de los apóstoles), el cantante chiapaneco demostró que aún es posible vender consuelo musical a $800 pesos la butaca.

Entre éxitos como “Pongámonos de Acuerdo” (himno no oficial de los divorcios express) y “Te Hubieras Ido Antes” (poema épico para superar al ex con ayuda de cerveza y tuba), la ceremonia alcanzó su clímax cuando una pastelera local ofrendó un dulce con la efigie del ídolo. ¿Pan y circo? No, pastel y narcocorridos.

El ritual inició a las 23:00 horas, justo cuando todo sistema de transporte público había cerrado, obligando a los devotos a peregrinar a pie. Entre los asistentes se contaban:

• Funcionarios públicos que olvidaron sus cargos
• Ex amantes reconciliados por el poder del acordeón
• Estadounidenses en búsqueda del “auténtico México”

Al finalizar el acto (y tras agotar el repertorio de despechos), el “Rey sin Reina” demostró una vez más su genio: mientras el país debate reformas constitucionales, él ya encontró la fórmula mágica: un gramo de nostalgia, dos de machismo resignado y un chispazo de doble sentido. Así se construyen mitologías modernas.