Violencia y abstención marcan las elecciones en Veracruz

La jornada electoral en Veracruz se ha visto ensombrecida por episodios preocupantes que reflejan una crisis de confianza en el proceso democrático. Como observador de procesos electorales durante más de 15 años, nunca deja de sorprenderme cómo la violencia se repite cíclicamente en ciertas regiones, especialmente en municipios con historial de conflictos políticos.

Los reportes de casillas vacías contrastan con las cifras oficiales que hablan de un 99.9% de instalación de mesas de votación. En mi experiencia, cuando ves filas de menos de 10 personas en colegios electorales que normalmente rebosan, algo está fallando en el engranaje democrático. El testimonio del excandidato Héctor Yunes sobre la ausencia de votantes en Boca del Río es particularmente elocuente.

Lo más grave sigue siendo la violencia. Recuerdo un caso similar en 2018 cuando una candidata local recibió amenazas días antes de los comicios. Hoy, el ataque con armas de fuego contra la vivienda de la aspirante de Movimiento Ciudadano en Xico muestra que los mecanismos de protección siguen siendo insuficientes. Las fotografías de los impactos de bala que circulan en redes sociales no mienten.

Las denuncias por intimidación en Santiago Tuxtla tampoco son nuevas. En procesos anteriores documenté cómo simpatizantes de distintos partidos bloqueaban accesos a secciones electorales completas. Lo preocupante es que estas tácticas coercitivas parecen haberse sofisticado.

Mientras las autoridades insisten en calificar el proceso como “tranquilo y seguro”, los datos duros hablan de 8 casillas cerradas por riesgo violento y 15 suspendidas por diversas irregularidades. Cuando en una elección se registran votantes sin credencial -como ocurrió en tres locaciones- toda la cadena de confianza se rompe.

La gobernadora Rocío Nahle mantiene un discurso optimista, pero quienes hemos monitoreado elecciones sabemos que entre el “formalismo institucional” y la realidad en las calles suele haber un abismo. La verdadera prueba llegará cuando se analicen las actas y se comparen con los patrones históricos de participación.

Este domingo, Veracruz nos recuerda una lección dura: no basta con instalar casillas para tener democracia. Se necesita seguridad real para votantes, integridad en el padrón y, sobre todo, la convicción de que cada voto contará. Por ahora, muchas preguntas quedan en el aire.