La CNTE declara la guerra al pupitre con un ejército de 700 maestros

En un giro épico que haría palidecer a las Cruzadas, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) ha movilizado a sus huestes desde Zacatecas y Chihuahua para sitiar la Ciudad de México. No con espadas, sino con pancartas y megáfonos, 700 docentes avanzan hacia la capital en lo que solo puede describirse como la Reconquista del Recreo Perdido.

Pedro Hernández, autoproclamado “Centauro del Norte” (y secretario general de la sección 9), reveló el plan maestro: Los compañeros de Zacatecas vendrán en un autobús… y otros 700 en carretas tiradas por esperanzas frustradas. Los de Chihuahua, mientras tanto, lograron reunir fondos para su transporte tras bloquear un tren estadounidense, demostrando que la geopolítica se aprende mejor en las barricadas que en los libros de texto.

El gobierno federal, en su infinita sabiduría, respondió con lo que los maestros califican como un monólogo digno de telenovela vespertina. La propuesta oficial, según Hernández, es tan útil como un borrador sin lápiz: Nos piden aceptar su documento antes de hablar con la Presidenta. ¡Vaya democracia participativa! Parece que confundieron la SEP con el Santo Oficio.

Mientras tanto, la Secretaría de Gobernación insiste en que sus ofertas son la máxima posibilidad financiera del Estado, lo que traducido al lenguaje ciudadano significa: Aquí no hay para pipas, pero sí para estadios de beisbol. Eso sí, conmovedoramente exhortan a garantizar el derecho a la educación, como si los niños no llevasen semanas aprendiendo que la clase de civismo más efectiva ocurre cuando los adultos se tiran los mobiliarios a la cabeza.

Lo único claro en este sainete educativo es que, mientras el ISSSTE propone comisiones interdisciplinarias para revisar tablas de edades (¿acaso creen que los maestros son vinos añejos?), la CNTE seguirá perfeccionando el arte de la protesta creativa. Próxima lección: ¿Cómo convertir un plantón en patrimonio cultural inmaterial?