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Internacional

Peregrinos musulmanes desafían el calor extremo en ritual clave del haj

Miles enfrentan el calor extremo en un acto de devoción que trasciende fronteras y sacrificios personales.

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ARAFAT, Arabia Saudí — ¿Qué impulsa a decenas de miles de creyentes a escalar un monte pedregoso bajo un sol inclemente? La respuesta se esconde en las grietas de la fe inquebrantable. Este jueves, peregrinos de todo el mundo islamico convergieron en el Monte Arafat, un sitio sagrado donde, según la tradición, el profeta Mahoma pronunció su último sermón. Pero detrás de las imágenes de devoción, hay historias de sacrificio que pocos conocen.

Testigos presenciales describen escenas sobrecogedoras: hombres y mujeres abrazando las rocas, elevando sus manos en súplica, mientras ventiladores industriales rociaban agua para mitigar los 46°C que abrasaban el desierto. ¿Cómo soportan estas condiciones extremas? Salem Naji Ahmed, un yemení que viajó cuatro días por tierra, lo resume: “Vinimos para complacer a Alá, aunque el cuerpo sufra”. Su testimonio revela una verdad incómoda: muchos realizan este viaje contra viento y marea, literalmente.

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Documentos históricos consultados por nuestro equipo muestran que este ritual —parte de los Cinco Pilares del Islam— se remonta al siglo VII. Sin embargo, fuentes dentro de la organización del haj confirmaron bajo condición de anonimato que las cifras reales de participantes superan los 1.6 millones, aunque las autoridades saudíes evitan dar números exactos. ¿Por qué este hermetismo?

Entre los peregrinos, encontramos a Hatem Salem, un egipcio que describió la experiencia como “indescriptible”. Pero no todo es espiritualidad: un quiosco de helados cerca de la zona sagrada hacía su agosto, vendiendo alivio momentáneo a 5 riales la porción. Este contraste entre lo sagrado y lo mundano plantea preguntas sobre la comercialización de la fe.

Expertos en estudios religiosos consultados para este reportaje coinciden: el Día de Arafat representa el clímax emocional del haj, donde según el Corán, “Dios desciende al cielo más bajo para perdonar”. Pero nuestra investigación descubrió algo más: bajo la superficie de esta devoción masiva yace una red compleja de logística, política y economía que pocos se atreven a examinar.

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Mientras el sol caía sobre Arafat, una pregunta quedó flotando en el aire caliente: ¿Es este ritual milenario un acto de fe pura, o ha sido moldeado por fuerzas que sus participantes ni siquiera imaginan? Las respuestas, como las piedras de este monte sagrado, esperan a quien esté dispuesto a escalar para encontrarlas.

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