Bogotá tiembla con sismo de 6.5 y deja réplicas de pánico

En un acto de rebeldía geológica digna de un melodrama telenovelero, la tierra decidió sacudirse las pulgas este domingo con un temblor de 6.5 grados que dejó a medio país preguntándose si había sido un sismo o el coletazo de algún político enfurecido. El Servicio Geológico Colombiano, esos héroes anónimos que miden los temblores de la tierra y los de la bolsa con igual desdén, confirmó que el epicentro fue en Paratebueno, un municipio tan superficial como la profundidad del sismo (menos de 30 km), lo que explica por qué hasta los más distraídos notaron el movimiento.

Mientras los vecinos de Bogotá revisaban sus seguros de vida y sus cuentas bancarias (por si acaso), el Servicio Geológico de EE.UU. rebajó la magnitud a 6.3, como si se tratara de una oferta del Black Friday. Pero Colombia, fiel a su estilo dramático, insistió en que el temblor fue más intenso, como para justificar las 138 réplicas que siguieron, dos de ellas con suficiente fuerza como para hacer caer cuadros, estantes y hasta algún que otro político de su pedestal moral.

El alcalde Carlos Galán, en un ejercicio de optimismo digno de un vendedor de seguros, aseguró que no hubo heridos, salvo “casos de ansiedad”, seguramente provocados tanto por el sismo como por recordar que viven en una ciudad donde un temblor menor derrumba más que las promesas electorales. Hubo daños materiales “leves”, porque en Colombia, si no se cae un edificio, todo es “leve”. Algunos quedaron atrapados en ascensores, una metáfora perfecta de la movilidad social en el país, mientras otros sufrieron cortes de energía, porque ni la naturaleza respeta el horario de racionamiento.

El SGC advirtió que las réplicas continuarán, como los escándalos políticos, pero irán disminuyendo, aunque nadie les cree porque en este país las malas noticias siempre vienen en paquete. Eso sí, Bogotá ya respira aliviada: la luz volvió, los políticos siguen hablando y la tierra, por ahora, dejó de temblar. Hasta la próxima, porque en Colombia, ni la geología da tregua.