¿Qué pasaría si los delanteros del Tri jugaran con la mentalidad de un asesino serial de goles en lugar de priorizar la cordialidad? Javier Aguirre, el estratega que ha revolucionado equipos desde Japón hasta España, lanzó un desafío radical: “El delantero centro debe ser egoísta y bueno”. Tras la victoria ante Turquía, su crítica no fue hacia el juego colectivo, sino hacia la falta de voracidad de Santiago Giménez y Raúl Jiménez, quienes prefirieron asistir antes que definir.

En un deporte donde la eficacia separa a los buenos de los leyendas, Aguirre cuestiona un paradigma arraigado en el fútbol mexicano: la excesiva cortesía en el área rival. “Tienes para matar y se le das a otro”, replicó, evocando ejemplos como Cristiano Ronaldo o Haaland, cuya obsesión goleadora los ha llevado a romper récords. ¿Podría esta filosofía transformar a México en una potencia ofensiva?

Más allá del reproche, el Vasco destacó el rendimiento defensivo y la preparación rumbo a la Copa Oro: “Dejar la puerta en cero es de valorar”. Pero su verdadera apuesta es psicológica: convertir a sus delanteros en depredadores del área. Si Giménez y Jiménez adoptan esta mentalidad, México no solo defendería el título, sino que reescribiría su historia en la Concacaf. La pregunta es: ¿estarán dispuestos a cambiar su ADN futbolístico?