Policía judicial ejecuta venganza personal contra perro en Ecatepec

En un giro tragicómico que solo la maquinaria de justicia mexiquense podía engendrar, un agente ministerial intercambió su placa por un cartel de “justiciero canino” y ejecutó a sangre fría a Pastor, un pastor alemán cuyo único delito fue existir en el territorio equivocado: Ecatepec, donde las balas vuelan más que las soluciones.

El video, digno de un thriller surrealista, muestra al cuadrúpedo víctima en pleno estado de paz callejera, hasta que un encapuchado —que luego resultó ser un funcionario con licencia para matar— cruzó la calle como si cumpliera una misión de alto riesgo. Su blanco: un perro. Su método: cinco disparos de una Sig Sauer, porque en México hasta la venganza animal se sirve con munición de lujo.

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IMÁGENES SENSIBLES

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Un tipo le DISPARÓ a un perrito y terminó por matarlo.

Sucedió en la colonia Santa María Tulpetlac, en Ecatepec…

Los vecinos, hartos de que los únicos que responden rápido sean los balazos, alertaron a la policía. Ironías del destino: el agresor era uno de los suyos, un José Agustín que, en lugar de perseguir delincuentes, decidió emular a John Wick en versión presupuesto recortado. Su excusa: “El perro le mordió al mío”. ¿Próximo paso? Que la Fiscalía investigue si el can también le robó el lunch.

La institución, en un acto de cinismo institucional, lo dio de baja inmediatamente (tras dejar que usara el arma reglamentaria para fines personales). Mientras, el Reclusorio de Chiconautla recibe a su nuevo huésped, cuyo crimen —maltrato animal— podría costarle hasta seis años de cárcel. ¿Comparación odiosa? En el mismo estado, asesinar humanos suele ser menos castigado.

La ley mexiquense, siempre pionera en incoherencias, enumera las conductas punibles: mutilaciones, sufrimiento innecesario, actos eróticos con animales (sí, lo leyeron bien) y muerte prolongada. ¿Faltó agregar “portar uniforme y no saber distinguir entre un peligro real y un perro durmiendo la siesta”?

Mientras un juez decide si el caso merece más que una multa de 500 días de salario (que pagaremos todos con nuestros impuestos), México confirma su tradición: aquí hasta la justicia tiene colmillos… pero solo si eres un perro.