La embajada de EE.UU. en Qatar ordena refugio sin explicaciones

En un giro digno de una tragicomedia geopolítica, la Embajada de Estados Unidos en Qatar ha decidido jugar al escondite con sus ciudadanos. Este lunes, el templo diplomático del Tío Sam emitió un comunicado que podría resumirse como: “Queridos compatriotas: escóndanse como niños en un simulacro nuclear, pero no les diremos por qué”.

El Gobierno de Donald Trump, siempre tan elocuente como un loro con afasia, se limitó a sugerir cautela ante posibles ataques. ¿Motivo? ¿Ubicación? ¿Pruebas? Esas son minucias burguesas para mentes simples. La verdadera sabiduría reside en obedecer sin cuestionar, como en los mejores regímenes autoritarios que Washington suele denunciar.

Qatar, ese oasis de contradicciones donde Occidente instala sus bases militares mientras finge escándalo por los derechos humanos, alberga nada menos que el Mando Central de EE.UU. y la Base Aérea Al Udeid (apodada “Disneylandia del Pentágono” por sus 11.000 empleados y cero transparencia).

Mientras tanto, en Bahréin -ese otro paraíso democrático donde la Quinta Flota estadounidense hace piruetas geopolíticas-, la embajada descubrió el teletrabajo. ¡Revolucionario! ¿Por qué arriesgarse a bombas cuando puedes redactar informes clasificados en pijama?

El mensaje subliminal parece claro: “Ciudadanos, el mundo arde… pero no nos pregunten quién tiró la cerilla”. Una masterclass de diplomacia del siglo XXI, donde la opacidad es virtud y la paranoia, política exterior.