Trump impulsa impuesto disruptivo a remesas de migrantes

En un giro audaz que redefine las fronteras entre política fiscal y geopolítica, el expresidente Donald Trump ha respaldado una iniciativa legislativa que podría alterar radicalmente el flujo económico global: un tributo del 3.5% sobre las remesas enviadas por migrantes. Esta propuesta, inserta en el polémico “Gran y Hermoso Proyecto de Ley”, no solo busca financiar el muro fronterizo sino que plantea un paradigma donde las transferencias monetarias se convierten en instrumentos de política migratoria.

¿Qué ocurriría si en lugar de ver las remesas como simples transacciones, las entendiéramos como palancas geoeconómicas? Trump parece apostar por esta visión disruptiva, donde cada dólar enviado al exterior se transforma en un mecanismo de presión. Durante un evento en la Casa Blanca, vinculó explícitamente este gravamen con su agenda de deportaciones masivas, creando una ecuación inédita: a mayor flujo de capitales, mayor control migratorio.

El Senado republicano ya maniobra para modular el impacto, limitando el impuesto solo a transacciones en efectivo y giros postales. Esta cautela revela una tensión entre el enfoque maximalista de la Cámara Baja y la búsqueda de viabilidad política. Paradójicamente, mientras se debate este tributo, el proyecto también busca perpetuar los recortes fiscales de 2017, dibujando un escenario donde se restringe el dinero de los migrantes mientras se libera el de las corporaciones.

Más allá de la controversia inmediata, esta iniciativa abre preguntas profundas: ¿Puede la fiscalidad convertirse en un arma de disuasión migratoria? ¿Qué pasaría si otros países replicaran el modelo? Estamos ante un experimento sin precedentes donde la economía de las diásporas se vuelve campo de batalla político.