Monterrey contra el Goliath europeo en un circo de millones

En un giro tragicómico que hubiera hecho llorar de emoción a Jonathan Swift, los Rayados se embarcan en su cruzada quijotesca para desafiar las sagradas leyes del fútbol moderno: aquella que dicta que los equipos de la periferia global deben inclinarse reverentes ante la superioridad genética (y presupuestaria) de los clubes europeos.

Tras sobrevivir milagrosamente a un grupo donde enfrentaron desde un equipo japonés hasta un cadáver sudafricano, Monterrey ahora se prepara para su prueba definitiva: Borussia Dortmund, ese mastodonte teutónico que gana en euros lo que el futbol mexicano gasta en taco de pastor. El técnico Domènec Torrent, en un arranque de realismo mágico, declaró este partido como “el reto más importante de su vida”, olvidando convenientemente que en Europa lo consideraban un simple peón del ajedrez futbolístico.

La narrativa es deliciosamente absurda: 13.125 millones de dólares esperan al equipo que logre burlar el apartheid futbolístico que reserva las semifinales para la élite continental. Mientras tanto, los regios ya festejan sus 21 millones de ganancia inicial, suficiente para comprar media docena de jugadores promesa que luego venderán a Europa por el precio de un yate de lujo.

El plan de juego, según Torrent, consiste en evitar duelos individuales contra rivales que son “rápidos, fuertes y grandes“, como si enfrentaran a una manada de yetis en botines. Una estrategia que, traducida al lenguaje mortal, significa: “rezar para que el Dortmund tenga un día alergico al gol“.

En este circo global donde el fútbol se disfraza de meritocracia mientras el dinero reparte las cartas, Monterrey juega su papel de bufón real con una dignidad que casi —casi— nos hace creer en los cuentos de hadas. O al menos, en los cheques con muchos ceros.