La SCJN confirma el fallo contra Livia Brito por agresión a fotógrafo

La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ha puesto fin a un largo litigio entre el fotoperiodista Ernesto Zepeda y la actriz Livia Brito, confirmando una sentencia que obliga a la celebridad a indemnizar con más de un millón de pesos por daños físicos y morales. ¿Pero qué revela este caso sobre el frágil equilibrio entre el derecho a la privacidad y la labor informativa?

El conflicto se remonta a junio de 2020, cuando Zepeda captó imágenes de Brito y su entonces pareja, Mariano Martínez, en una playa de Cancún. Lo que comenzó como un reclamo por parte de la actriz derivó en violencia física y la destrucción del equipo del comunicador. “No fue solo un ataque contra mí, sino contra el ejercicio periodístico”, declaró Zepeda en entrevista exclusiva.

Documentos judiciales obtenidos por este medio muestran que, tras años de recursos legales, la máxima corte desechó el último intento de Brito por revertir el fallo. Sin embargo, fuentes cercanas al caso revelan que la actriz continúa buscando estrategias para retrasar el pago, pese a haber agotado todas las vías legales disponibles.

¿Hasta dónde llega el derecho a la intimidad de las figuras públicas? Brito argumentó en redes sociales que “los medios no pueden inmiscuirse indiscriminadamente en la vida privada”. No obstante, expertos consultados señalan que, al desarrollarse los hechos en espacio público, el fotoperiodista actuó dentro del marco legal.

Lo más revelador surge al analizar los detalles del caso: Zepeda asegura que, de no haber mediado violencia, nunca hubiera presentado denuncia. “Fotografiar celebridades en lugares públicos es parte de nuestro trabajo, pero lo que ocurrió fue un ataque directo contra mi integridad”, afirmó el comunicador, quien debió reinventarse profesionalmente tras perder su equipo de trabajo.

Este fallo sienta un precedente crucial: mientras las celebridades pueden reclamar privacidad, la violencia nunca será el camino válido para defenderla. La SCJN ha dejado claro que, en el delicado equilibrio entre derechos, la agresión física traspasa todos los límites.