Andrew Garfield y Mónica Barbaro confirman su romance en Wimbledon

En el mundo del espectáculo, pocas cosas escapan al radar de los medios, y el naciente romance entre Andrew Garfield y Mónica Barbaro no ha sido la excepción. Desde enero, quienes seguimos de cerca la industria notamos las discretas pero significativas señales: encuentros en cafés de Los Ángeles, miradas cómplices en eventos privados. Pero fue este domingo en Wimbledon donde, como suele ocurrir con las parejas de Hollywood, la realidad superó los rumores.

Como veterano observador de relaciones públicas en el ámbito celebridad, he aprendido que los torneos de tenis son el escenario perfecto para estos “accidentes estratégicos”. Allí, entre raquetazos y aplausos, la pareja fue captada en las gradas del partido entre Sonay Kartal y Anastasia Pavlyuchenkova. Lo revelador no fue su presencia -sabemos que a Garfield le apasiona el tenis desde sus días filmando en Londres-, sino los detalles calculados: los trajes blancos coordinados de Ralph Lauren (¿casualidad? En esta industria, nada lo es), ese beso fugaz pero fotogénico que dejaron escapar frente a las cámaras. Recuerdo casos similares con otras parejas en Roland Garros; es un guion que se repite cuando ambas partes están listas para dar el siguiente paso mediático.

Lo fascinante, tras años cubriendo estos eventos, es descifrar el lenguaje no verbal. Barbaro, con su experiencia en “Top Gun: Maverick”, sabe manejar la exposición, pero fue la forma en que Garfield -siempre reservado desde su etapa como Spider-Man- le acarició la espalda lo que confirmó para muchos colegas que esto va más allá de una estrategia de prensa. Wimbledon, con su aura de elegancia controlada, sigue siendo el telón preferido para estas revelaciones calculadas, muy por encima de los alfombras rojas donde todo parece coreografiado.