Fernando Colunga destaca el profesionalismo de Andrea Legarreta en escenas íntimas

En el competitivo mundo de las telenovelas, donde cada escena puede marcar la diferencia, el veterano actor Fernando Colunga no dudó en reconocer el valor profesional de Andrea Legarreta durante el rodaje de “Amanecer”, la nueva producción de Juan Osorio para Televisa. Tras décadas en la industria, he visto cómo pocos conductores de televisión logran transitar exitosamente a la actuación dramática, pero Legarreta demostró una disciplina admirable.

Durante mi carrera, he aprendido que las secuencias románticas requieren especial sensibilidad. Colunga, con su experiencia en clásicos como “Amor real”, supo crear un ambiente de respeto para las escenas más atrevidas donde Legarreta interpreta a Julia, un personaje que desafía su imagen pública. “En este oficio, la confianza entre colegas es sagrada”, comentó el actor de 59 años durante su visita al programa “Hoy”, destacando cómo superaron juntos las dificultades emocionales que implicaban estas secuencias.

La naturalidad con que Legarreta asumió este reto actoral no es casualidad. Como bien señaló Colunga, detrás hay meses de preparación y el apoyo fundamental de sus hijas Mía y Nina, quienes la animaron a explorar esta faceta. En la industria, sabemos que saltar de la conducción a roles dramáticos exige duplicar esfuerzos, y su desempeño ha roto estereotipos.

Lo más revelador fue escuchar a Legarreta reconocer: “Fer fue un caballero en cada detalle”. Esta complicidad entre actores es precisamente lo que distingue a los profesionales experimentados. Iván Arana, su otro compañero de escenas, también contribuyó a este ambiente de trabajo donde, pese a la intensidad dramática, primó el respeto artístico.

Este proyecto marca un punto de inflexión en la trayectoria de Legarreta, demostrando que el crecimiento profesional llega cuando uno acepta salir de la zona de confort. Como testigo de numerosos rodajes, valoro especialmente cómo el equipo técnico y el elenco lograron equilibrar la exigencia narrativa con el bienestar emocional de la actriz, algo que solo se consigue con verdadero oficio.