Alejandra Guzmán sigue sufriendo por cirugías estéticas fallidas

En un giro tragicómico digno de un manual de “qué no hacer en medicina estética”, Alejandra Guzmán vuelve a ser noticia no por su voz, sino por su eterna batalla contra los polímeros rebeldes que decidieron quedarse como inquilinos permanentes en su cuerpo. Su hermana, Sylvia Pasquel, confirmó lo que todos sospechaban: la diva del rock sigue pagando el precio de su búsqueda de la eterna juventud en quirófanos de dudosa reputación.

Resulta que, en 2009, algún “artista” del bisturí (que probablemente aprendió su oficio viendo tutoriales en YouTube) le inyectó sustancias que ahora se comportan como souvenirs malditos. “Cuando se encapsulan, la tienen que operar y le tienen que quitar un pedazo”, explicó Pasquel con la naturalidad de quien habla de podar un arbusto. Así es, queridos lectores: en el mundo del espectáculo, “retoques estéticos” ahora incluye la emocionante modalidad de “juegos del hambre” contra tus propios implantes.

Lo más hilarante (si no fuera trágico) es que esto se ha convertido en una rutina anual, como los impuestos o la gripe. “Es algo con lo que va a tener que seguir lidiando, desgraciadamente”, sentenció su hermana, en lo que podría ser el eslogan no oficial de la industria cosmética: “Te arreglamos hoy para cobrarte mañana… y pasado… y siempre”. Mientras tanto, los verdaderos ganadores son los cirujanos plásticos, que han descubierto el negocio perfecto: vender sueños rotos a plazos.