Estados Unidos ofrece recompensa millonaria por los hijos del Chapo Guzmán

La Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) ha identificado a Iván Archivaldo y Jesús Alfredo Guzmán Salazar, ambos prófugos, como los líderes de una de las organizaciones criminales más violentas del mundo. Estos herederos del imperio de Joaquín “El Chapo” Guzmán han consolidado su poder tras la caída de su padre, desatando una guerra interna dentro del Cártel de Sinaloa.

El Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) ha puesto precio a sus cabezas: 10 millones de dólares por información que lleve a su captura. En un mensaje en redes sociales, la agencia advirtió que, pese a su imagen de “narcojuniors”, estos individuos son extremadamente peligrosos y están armados. La recompensa también se extiende a Jesús Alfredo, acusado de liderar el tráfico de estupefacientes hacia Estados Unidos.

Desde 2016, los hermanos Guzmán Salazar han escalado en el crimen organizado, aprovechando la estructura dejada por su padre. Su ostentoso estilo de vida en redes sociales contrasta con la brutalidad de sus operaciones, que incluyen el tráfico de drogas sintéticas y disputas sangrientas con otras facciones, como la de Ismael “El Mayo” Zambada.

Mientras tanto, Ovidio Guzmán López, otro de los hijos del Chapo, ya ha admitido su culpabilidad ante un tribunal estadounidense por narcotráfico. Su declaración busca reducir una posible condena, pero refleja la presión internacional sobre esta organización. ¿Será esta estrategia de recompensas efectiva o solo un eslabón más en una guerra interminable?

El desafío no solo es capturarlos, sino desmantelar una red que ha demostrado ser resistente a décadas de esfuerzos antinarcóticos. ¿Podría este enfoque disruptivo, combinando inteligencia financiera y presión internacional, marcar un punto de inflexión? La respuesta podría redefinir el futuro de la lucha contra el crimen organizado.