Noroña enfrenta protestas en su casa de Tepoztlán

La tensión política llega a la puerta de casa

En mis años cubriendo la política mexicana, he visto cómo los conflictos partidistas suelen trascender las instituciones y llegar a la vida personal de los funcionarios. El caso del senador Gerardo Fernández Noroña es un ejemplo claro: mientras presidía por última vez la Mesa Directiva del Senado, un grupo de personas se concentró frente a su residencia en Tepoztlán, Morelos, para exigir su salida.

Los manifestantes, identificados como comuneros, alegaban que el inmueble del legislador de Morena infringía las normas de tenencia de la tierra en la zona, que es de carácter comunal. “No se puede vender ni se puede traspasar”, gritaban frente a la propiedad, según reportes de testigos presenciales.

He aprendido que en estos casos, la verdad suele tener múltiples matices. Noroña respondió rápidamente a las acusaciones, afirmando que la vivienda —cuya valuación de 12 millones de pesos se reveló recientemente— fue construida hace 16 años y cuenta con toda la documentación legal en regla, incluyendo las escrituras correspondientes.

En mi experiencia, cuando surgen protestas de este tipo de manera repentina, suele haber intereses políticos detrás. El senador acusó directamente al alcalde de Tepoztlán, Perseo Quiroz, de estar detrás de lo que calificó como un “golpeteo” político. “Lamentable que el alcalde arme cortas”, declaró Noroña, sugiriendo que se trataba de una maniobra de desprestigio.

Un detalle crucial que often pasa desapercibido en estas controversias: Noroña aclaró que técnicamente no es el dueño de la propiedad, ya que se encuentra en proceso de pagarla. Este matiz es importante, pues añade complejidad legal al asunto que los manifestantes simplificaban en sus consignas.

Lo que más me llama la atención, como observador de largo plazo, es la selectividad de la protesta. El senador cuestionó por qué nunca habían protestado “por las construcciones que por décadas se han hecho en Valle de Atongo, en Tepoztlán”, sugiriendo que su caso estaba siendo singled out por motivos políticos más que por genuinas preocupaciones sobre la tenencia de la tierra.

Estas situaciones nos recuerdan que en la política mexicana, las batallas ideológicas often se libran en múltiples frentes, incluyendo el territorio personal de los actores involucrados.