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Hollywood descubre el oro en el dolor palestino

La fábrica de sueños de Hollywood descubre una nueva forma de capitalizar el dolor global con un elenco estelar de productores de lágrimas.

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La Nueva Moneda de Hollywood: Lágrimas Certificadas

En un giro tan conmovedor como predecible, la alta aristocracia de Hollywood—Brad Pitt, Joaquin Phoenix, y otros filántropos de la taquilla—ha descubierto una nueva y lucrativa mina de oro: la tragedia humanitaria. No contentos con simplemente ganar premios, ahora se erigen como productores ejecutivos del dolor palestino, empaquetado elegantemente en el filme The Voice of Hind Rajab.

La cinta, que se estrenará entre alfombras rojas y champán en Venecia, reconstruye con un toque de ficción creativa la agonía de una niña de seis años abandonada a su suerte en Gaza. ¿El recurso estrella? Las grabaciones reales de su voz suplicando ayuda, un detalle macabro que añade un valor documental incalculable para la campaña de premios.

La directora, Kaouther Ben Hania, declaró con una solemnidad digna de un discurso de aceptación del Óscar: No puedo aceptar un mundo en el que un niño pide ayuda y nadie viene. Una reflexión profunda, sin duda, especialmente venida de quienes residen en mansiones valladas y viajan en jets privados, lejos del ruido de los drones y el ecosistema de la miseria que tanto les inspira.

El ejército israelí, por su parte, negó tener tropas en la zona. Claro, porque los 335 impactos de bala encontrados en el vehículo por Forensic Architecture fueron, sin duda, obra de meteoritos especialmente beligerantes. Una versión oficial que se sostiene con la misma firmeza que un guion de comedia romántica en medio de un bombardeo.

Este filme se suma a la floreciente industria del trauma, donde el sufrimiento ajeno se convierte en capital cultural y simbólico para la élite global. Mientras Hind Rajab yace muerta, su voz es inmortalizada no por la justicia, sino por la maquinaria de storytelling más poderosa del planeta: el cine estadounidense.

Así, el dolor se convierte en espectáculo, la memoria en producto y la conciencia en un accesorio más para la noche de gala. ¡Qué gran alivio saber que el duelo universal ahora tiene productores de alto nivel!

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