Milito mantiene la fe en Chivas para el Clásico ante América

La Cruda Realidad de la Tabla y la Fe Inquebrantable

En mis años siguiendo y analizando el fútbol, he aprendido que la tabla de posiciones nunca miente, pero a veces oculta matices. Ver al Chivas en el antepenúltimo lugar con apenas 4 puntos de un posible 18 es una estadística fría y despiadada. Es una situación que recuerda a otras crisis históricas en el club, donde el peso de la camiseta parece agobiar más que inspirar.

El desafío que tienen por delante es monumental. Se enfrentan a un América que es la antítesis absoluta de su momento: sólido, efectivo y segundo en la clasificación con 17 puntos. Esa diferencia de 13 unidades no es solo un número; es un abismo en confianza, rendimiento y dinámica. He visto equipos hundirse ante semejante contraste, pero también he visto otros encontrar en la adversidad el acicate para lograr hazañas inesperadas.

Más Allá de los Números: La Batalla Mental

El discurso de Gabriel Milito no es el de un técnico derrotado. Su “confianza ciega” en el plantel es el primer y más necesario paso para cualquier remontada. La lección más valiosa que me ha dejado este deporte es que una crisis se gana primero en la mente. El daño a la autoestima colectiva es el enemigo silencioso, más peligroso que cualquier rival. Milito lo sabe, y por eso insiste en la fortaleza mental. No se puede subestimar el valor de un vestuario que se mantiene unido contra viento y marea.

La brecha no es solo posicional. Los números ofensivos y defensivos pintan un panorama desequilibrado: Guadalajara con 9 goles a favor y 12 en contra, contra 15 anotados y apenas 6 recibidos por las Águilas. En la cancha, esto se traduce en falta de puntería y errores defensivos que, en un clásico, se pagan caro. La experiencia me dice que en estos partidos, la táctica pasa a un segundo plano y priman la actitud, la entrega y la capacidad de soportar la presión en un estadio abarrotado como el Azteca.

El Clásico: Un Partido Aparte

Milito promete ir con valentía y convicción. Es la única manera. Jugar a no perder sería un error fatal. Recuerdo otros clásicos donde el equipo en crisis arrancó un empate o incluso una victoria que cambió el rumbo de su temporada. El Clásico Nacional tiene esa magia: es un reinicio, una oportunidad para redimirse y callar a las críticas. El técnico tiene razón: el fútbol te pone pruebas constantemente, y superarlas forja el carácter de un equipo.

Sus palabras sobre los resultados being “inobjetables, inmerecidos, pero reales” resumen a la perfección la compleja paradoja del deporte. A veces el rendimiento no se ve reflejado en los puntos, pero al final, son estos los que escriben la historia. La clave está en aguantar la tormenta, mantener las ideas claras y, sobre todo, creer hasta el silbatazo final. El próximo 13 de septiembre no solo se juegan tres puntos; se juegan el honor y la chance de comenzar a cambiar su destino.