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Nacional

El ciclón Lorena y el espectáculo burocrático sonorense

Mientras la naturaleza descarga su furia, la maquinaria estatal despliega su peculiar protocolo de actuación ante la emergencia.

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El Gran Teatro de la Emergencia Nacional

En un despliegue de eficacia tan deslumbrante como efímero, los heroicos funcionarios del Gran Ministerio de la Gestión Post-Desastre (ex Protección Civil) han logrado la hazaña sin precedentes de evacuar preventivamente a dos ancianos luego de que medio estado estuviera bajo las aguas. ¡Magnífica labor reactiva!

HERMOSILLO, Son.- Las precipitaciones de intensidad bíblica generadas por el ahora llamado fenómeno meteorológico Lorena han demostrado, una vez más, la formidable preparación de nuestras infraestructuras para convertir lluvia en inundaciones catastróficas y apagones generalizados. Todo según el protocolo.

En un alarde de coordinación, diversas reparticiones burocráticas —cada una con su propio acrónimo intimidante— se desplegaron para protagonizar el ritual anual de simulacro de contención de desastre. La Brigada Estatal de Manejo de Fuego, evidentemente especializada en tormentas acuáticas, fue movilizada con urgencia.

La Geografía Liquidadora

Los municipios de Navojoa y Etchojoa compitieron noblemente por el título de “Peor Zona Anfibia del Año”, mientras la carretera Cero Sur decidió espontáneamente transformarse en una piscina pública de acceso gratuito, gracias a un socavón de dimensiones filosóficas.

Mientras tanto, la Capitanía de Puerto en Guaymas emitió el comunicado más obvio del siglo: prohibir navegar en medio de la tormenta. Una medida de seguridad revolucionaria que sin duda salvó miles de yates imaginarios.

El Ciclón Post-Burocrático

En un giro lingüístico magistral, el fenómeno fue degradado de “ciclón tropical” a “ciclón post-tropical“, término técnico que significa “se nos fue de las manos pero suene bien en el reporte”. Sus bandas nubosas, ahora menos glamorosas, continuaron regando humedad y caos con entusiasmo renovado.

El colmo del espectáculo llegó con la Secretaría de Educación y Cultura, que decretó la suspensión de clases cuando cualquier alumno con dos dedos de frente ya había declarado su propio feriado torrencial. ¡Magnífica anticipación gubernamental!

Así, entre rachas de viento que arrancaban árboles y oleajes que cuestionaban la planificación urbana, Sonora vivió otro capítulo de su eterno romance con la gestión de lo imprevisible: mucho protocolo, poca prevención, y una impecable redacción de comunicados.

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