En un giro revelador que promete sacudir los cimientos de la historia del entretenimiento, Priscilla Presley está a punto de publicar su autobiografía, “Softly, As I Leave You: Life After Elvis”. Este documento, programado para su lanzamiento el 23 de septiembre, no solo narra su vida tras separarse del Rey del rock and roll en 1972, sino que también desentraña uno de los capítulos más intrigantes de la dinastía Presley: el controvertido matrimonio entre su hija, Lisa Marie, y Michael Jackson.
¿Qué impulsó realmente la unión entre la heredera del rock y el autoproclamado Rey del pop? ¿Fue un idilio genuino o una maniobra calculada? The Sun ha obtenido fragmentos exclusivos del libro, y las declaraciones de Priscilla pintan un cuadro mucho más oscuro y estratégico de lo que el público llegó a creer.
Con una honestidad brutal, la matriarca confiesa haberse sentido “horrorizada” por la relación desde sus inicios. Su escepticismo periodístico la llevó a ver más allá de la máscara pública de inocencia infantil que Jackson proyectaba. “Michael era un hombre manipulador”, afirma sin ambages, sugiriendo que la fachada era precisamente eso: una artimaña. “Creo que la tenía en la mira mucho antes de que ella se diera cuenta”, añade, insinuando un plan premeditado.
La investigación que Presley relata la condujo a una conclusión escalofriante: el objetivo último de Jackson no era Lisa Marie, sino su apellido y el legado que representaba. “Sabía en lo más profundo de mi ser que Michael no se casaría con Lisa Marie: se casaría con la dinastía Presley”, escribe, conectando puntos que apuntan a una ambición fría por entrelazar dos de los reinos más poderosos de la música.
Uno de los testimonios más íntimos que comparte involucra una conversación directa con su hija. Ante los persistentes rumores sobre la naturaleza no consumada del matrimonio, Priscilla interrogó a Lisa Marie. La respuesta de su hija, quien afirmó ser la primera pareja con la que Jackson intimó, contrasta fuertemente con la narrativa pública que siempre rodeó al cantante.
El alivio fue la emoción predominante para Priscilla cuando el enlace, que describió como “extraño”, llegó a su fin tras dos años. Su revelación final es tan poderosa como simbólica: “Prácticamente, pude escuchar a Elvis suspirar de alivio”. Esta frase no solo cierra un capítulo doloroso, sino que redefine por completo la comprensión de uno de los matrimonios más famosos de la cultura pop, exponiéndolo como una transacción estratégica que finalmente fracasó.