Charlyn Corral y Mónica Ocampo coronan su legado con un título histórico

La noche del triunfo, Charlyn Corral confesó entre risas y alivio: “Las lágrimas se agotaron antes de pisar la cancha”. Tras dos finales amargas, esta vez todo fue distinto. La clave, según ella, estuvo en el compromiso inquebrantable de un equipo que jugó con el alma por Mónica Ocampo, su capitana y amiga. “Ocampirri fue mi combustible”, reveló, recordando cómo transformó cada crítica en motivación para batir récords de goléo.

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La veteranía de Ocampo, testigo de décadas de evolución del balompié femenino en México, añadió profundidad al momento. Desde la banca, vivió una paradoja: “Ver ganar a mis compañeras fue mi mayor victoria”. Su relato destaca un detalle conmovedor: las jugadoras le prometieron el trofeo desde los cuartos de final, demostrando que los liderazgos trascienden lo deportivo.

Corral, por su parte, desnudó su proceso: “Aprendí que los números callan bocas, pero la paciencia construye legados”. Su ausencia en la Selección Nacional tras la Copa Oro 2023 se convirtió en catalizador. “Prefiero que mis goles hablen”, afirmó la delantera, cuyo rendimiento este torneo —goles a todos los rivales incluidos— reescribió su historia.

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El partido definitorio reflejó años de aprendizaje táctico y emocional. “Antes llegábamos exhaustas a las finales”, admitió Charlyn, contrastando con la preparación meticulosa que incluyó trabajo psicológico. Para Ocampo, el triunfo simboliza un cambio generacional: “Estas chicas heredarán un fútbol donde creer en una misma ya no es excepción, sino norma”.

Ambas coincidieron en una lección para las nuevas generaciones: “Los títulos se ganan con hambre, pero se disfrutan con humildad”. La foto del abrazo entre la goleadora imparable y la capitana sabia resume mejor que cualquier discurso lo que significa trascender en el deporte.

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