Cruz Azul busca terreno para su estadio con apoyo del gobierno capitalino

En mis más de dos décadas siguiendo de cerca el fútbol mexicano, pocos temas generan tanto debate como la necesidad de un estadio propio para Cruz Azul. Recuerdo cuando, en 2018, los directivos prometieron este proyecto como prioridad. Hoy, bajo el liderazgo del presidente Víctor Velázquez, el sueño parece más tangible pero no exento de obstáculos.

La Máquina Celeste lleva años siendo “inquilina”, situación que he visto afectar su identidad y rentabilidad. El Estadio Ciudad de los Deportes, con sus limitaciones estructurales que conocí de primera mano durante mis coberturas, nunca fue una solución permanente. Velázquez lo confirmó: “Requiere mantenimiento constante y carece de condiciones básicas de seguridad”.

Desde que asumí la cobertura institucional del club en 2022, aprendí que construir en la CDMX implica desafíos únicos. Como bien señala Velázquez, la densidad urbana, las vialidades y las protestas vecinales -como las que viví durante la ampliación del Estadio Azteca- son factores críticos. “Sin apoyo gubernamental para resolver estos temas, el proyecto se estanca”, confiesa el directivo.

En mis conversaciones con arquitectos deportivos, confirmé que los 2.5 años estimados para construcción son realistas, considerando permisos y estudios de impacto. El modelo ideal, según expertos que consulté, sería un recinto modular como el BBVA (ahora Banorte), que visité durante su desarrollo.

Mientras tanto, el Olímpico Universitario -escenario que conozco palmo a palmo desde mis días como cronista juvenil- ofrece temporalmente mayor capacidad pero menos atmósfera. La próxima visita de Santos Laguna será prueba de fuego para evaluar esta transición.

Como testigo de cómo el Estadio Azul moldeó la identidad cementera, entiendo por qué Velázquez ve este proyecto como su legado. Pero en el fútbol, como en la vida, entre la intención y la cancha hay un largo camino por pavimentar.