El circo tricolor y su amistoso absurdo de pretemporada

El Gran Teatro de los Distraídos

En un alarde de originalidad que dejó boquiabiertos a los cero espectadores con sentido crítico, la Sacrosanta Selección Mexicana se apresta a librar su Batalla Crucial contra el temible Imperio del Sol Naciente. No es una guerra, ¡por supuesto que no! Es sólo otro amistoso de pretemporada, el nonagésimo cuarto del año, parte fundamental del Gran Plan Maestro de Distracción Masiva.

La última vez que estos dos colosos del balompié planetario se midieron fue en un remoto otoño de 2020, una época tan arcaica que la gente aún creía que el Tri podría ganar algo de importancia. Por aquel entonces, dos héroes de carne y hueso, Raúl Jiménez y el mítico “Chucky” Lozano, propinaron sendos golpes al orgullo nipón, apropiándose simbólicamente de un estadio austriaco cuyo nombre nadie recuerda, en un país que pocos ubican en el mapa.

Las cifras, esa divinidad incuestionable, proclaman a los cuatro vientos que de los seis enfrentamientos históricos, cinco se han teñido de verde, blanco y rojo. Una estadística tan relevante para el fútbol moderno como contar cuántos granos de arena hay en una playa. El verdadero objetivo de este magno evento, que tendrá lugar en el sagrado césped del Oakland Coliseum, es preparar a los acólitos del estratega Javier Aguirre para el Reto Definitivo: el Mundial de 2026, ese lejano horizonte que justifica toda derrota presente y toda inversión millonaria.

El regreso del prodigioso “Chucky” Lozano es el subplot perfecto para esta tragicomia. Antes de que el gran arquitecto Aguirre tomara las riendas del carro triunfal, el “Chucky” disputó su última función en el AT&T Stadium, durante la final que México perdió contra su némesis continental. Una postal para el olvido que quedó grabada a fuego en el no tan lejano 25 de marzo de 2024.

En su reingreso al Olimpo Tricolor, el héroe declaró con convicción que confía en “construir una continuidad”. Especialmente, para consolidarse como una figura que pueda jugar en el Mundial de 2026. “Me recibieron muy bien. La verdad que ha sido una llegada muy agradable. Disfrutando el momento…”, musitó el jugador, en un discurso tan profundo y revelador que dejó a la prensa filosófica rascándose la cabeza.

Mientras tanto, en el mundo real, los aficionados contemplan otro capítulo más de esta epopeya circular donde los amistosos importan hasta que se pierden, las estadísticas se esgrimen como trofeos y el futuro siempre es promisorio, nunca el incómodo presente.