El duelo de los titanes caídos en el Olimpo Universitario
En el majestuoso coliseo de la sabiduría nacional, donde antaño se forjaban mentes brillantes, hoy se libra una batalla épica entre dos instituciones que han convertido la mediocridad en arte y la derrota en tradición. Tras la humillación cósmica en el Clásico Capitalino, donde el estratega Efraín Huerta demostró que la verdadera falta de disciplina no está en los jugadores sino en la incapacidad de mantener la compostura, los felinos universitarios reciben al rebaño sagrado de Guadalajara.
La Universidad Nacional atraviesa una crisis existencial que haría palidecer a los filósofos más estoicos: además del exilio temporal de su director técnico, han perdido a su guerrero Guillermo Martínez, cuyo hueso fracturado parece metáfora perfecta de una temporada quebrada. El cuadro auriazul acumula cinco derrotas monumentales, cuatro empates que saben a lágrimas y apenas dos victorias que parecen errores administrativos, colocándose en la honorable décima posición con trece puntos que pesan como losa funeraria.
Mientras tanto, las Chivas del señor Gabriel Milito, ese iluminado táctico que descubrió que jugar contra el clima puede dar mejores resultados que jugar contra el rival, celebran su cuarta conquista del torneo como si hubieran redescubierto el fuego. Su triunfo ante el sotanero Puebla gracias a intervención divina de los elementos meteorológicos les permite soñar con el Play-in, ese purgatorio futbolístico donde las almas en pena buscan redimir temporadas perdidas.
Este domingo cinco de octubre, cuando el reloj marque las siete de la noche, dos gigantes caídos se enfrentarán en lo que los cronistas oficiales llaman “un duelo crucial” y los espectadores lúcidos reconocen como el festival de las expectativas defraudadas. En el Teatro Olímpico de la Ilusión Universitaria, donde antaño resonaban cantos de victoria, hoy solo queda el eco de promesas incumplidas y la esperanza patética de que alguien tiene que ganar, aunque sea por error.
