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El triunfo gallístico que conmocionó al ecosistema futbolístico nacional

Una victoria épica que redefine la lucha contra la mediocridad deportiva y celebra el triunfo del espíritu humano.

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En un giro cómico del destino que solo el teatro absurdo del balompié nacional podría concebir, los Gallos Blancos de Querétaro, esos paladines de la mediocridad consistente, han logrado una hazaña tan monumental que ha obligado a reescribir los anales de la historia deportiva. No se trató de un mero partido; fue una epopeya shakesperiana con olor a grama quemada y drama institucional.

El equipo queretano asciende a la estratosfera de los 4 puntos, relegando a otrora gigantes como las Chivas y el Puebla a los abismales sótanos de la tabla.

La escuadra local consiguió su primera victoria del certamen tras derrotar 3-2 al Atlético de San Luis en un encuentro que fue un verdadero tratado sobre la imprevisibilidad humana y la ley del mínimo esfuerzo. Más importante aún, el conjunto rompió una sequía de ocho compromisos sin conocer la victoria, un ayuno tan prolongado que los aficionados ya comenzaban a olvidar el sabor del triunfo, confundiéndolo con un mito antiguo.

El equipo tuvo que resurgir de sus propias cenizas después de encajar un tanto de Joao Pedro en el minuto 10, un golpe que parecía preludiar otra noche de lamentos existenciales en el Coliseo Corregidora. No obstante, la reacción no se hizo esperar y al minuto 23, Alí Ávila anotó el empate con un remate que aprovechó no solo una desconcentración defensiva, sino quizás un momento de profunda introspección colectiva del rival.

Juan Eduardo Robles firmó la voltereta al 50’, sumergiendo al estadio en un éxtasis colectivo que rayaba en lo místico. Pero, en un giro digno de una tragedia griega, un penal al 73’ frenó los sueños de gloria ante el cobro de Joao Pedro, quien completó su doblete y sumió al recinto en un silencio sepulcral.

Todo indicaba que el empate, ese consuelo de los mediocres, prevalecería. Sin embargo, en un acto de intervención divina o de grave error arbitral, las puertas del Olimpo se abrieron para Querétaro en forma de un penal en los últimos suspiros del duelo. Santiago Homenchenko no perdonó desde los doce pasos y sentenció la victoria al 90+8’, sellando no solo un triunfo, sino un momento de pura sátira deportiva que cuestiona todo lo que creíamos saber sobre el mérito y la merecida derrota.

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