Expertos predicen el dominio de Toluca en la Leagues Cup 2025

En un giro cómico de los acontecimientos que solo el universo futbolístico podría concebir, dos exgladiadores del balón —uno mexicano y otro venezolano— han dictado sentencia sobre el destino de la Leagues Cup con la solemnidad de un oráculo griego. Según estos augures modernos, Toluca no solo merece ganar, sino que el cosmos futbolístico exige que un equipo de la Liga MX levante el trofeo, como si el torneo fuera una compensación divina por décadas de sufrimiento infligido por el árbitro.

Pável Pardo, quien alguna vez defendió los colores del América con la elegancia de un torero en el Bernabéu, y Giovani Savarese, cuyo nombre suena a villano de telenovela deportiva, han declarado que la MLS —esa liga que Estados Unidos inventó para no hablar de béisbol— sigue siendo un “proyecto en crecimiento”. Traducción: “Todavía no nos ganan, pero tienen dinero para comprarnos”. La Liga MX, en cambio, es presentada como una abuela sabia pero lenta, que mira con condescendencia los esfuerzos de su vecino por aprender a patear un balón.

El clímax de esta tragicomedia llegó cuando ambos profetas del césped anunciaron que Toluca, el Campeón de Campeones (título que suena a premio de consolación), será el elegido. No importa que Tigres juegue “muy bien” —frase que en el argot futbolístico significa “no nos atrevemos a descartarlos”—. Lo crucial aquí es que la MLS debe ser humillada simbólicamente, aunque sea en un torneo creado para vender camisetas en ambos lados del Río Bravo.

El miércoles 20 de agosto, mientras Orlando City —un equipo cuyo nombre evoca más a un parque temático que a una escuadra de élite— enfrente a los Diablos Rojos, el mundo contemplará este duelo binacional con la misma seriedad con que se discute si el hot dog es un sándwich. ¿El verdadero ganador? Los patrocinadores, que ya frotan sus manos ante la perspectiva de más derbis artificiales y dramas prefabricados.

Así, entre pronósticos audaces y rivalidades inventadas, la Leagues Cup se consolida como el reality show perfecto: mitad deporte, mitad telenovela, y 100% oportunidad para que alguien grite “¡Se lo merecían!” al final.