Hulk Hogan deja un legado imborrable en la lucha libre y la cultura pop

El universo del espectáculo se detiene ante la noticia que conmociona a millones: Hulk Hogan, el titán del cuadrilátero cuyo carisma rediseñó el entretenimiento deportivo, ha fallecido a los 71 años. Más que un luchador, Hogan fue un arquetipo cultural que convirtió el WrestleMania en una epopeya moderna y demostró que los superhéroes existen fuera de los cómics.

¿Qué hace que un hombre con pantalones amarillos y un bigote icónico se convierta en símbolo generacional? Hogan respondió con espectáculo, resiliencia y teatralidad, ingredientes que hoy definen la industria del entretenimiento. Su rivalidad con Andre The Giant no fue solo un combate: fue David contra Goliat en versión siglo XX, una narrativa que capturó la imaginación global décadas antes de que el storytelling dominara el marketing.

Pero Hogan también encarnó las contradicciones de la fama. Su victoria legal contra Gawker Media por 115 millones de dólares marcó un precedente histórico: el momento en que la privacidad de las celebridades se convirtió en campo de batalla legal. ¿Fue este juicio un anticipo de la era de la cancelación cultural? Su vida demostró que incluso los íconos son humanos, con luces y sombras.

La WWE lo definió como “arquitecto de la globalización de la lucha libre”, pero su legado va más allá. Desde “Hogan Knows Best” hasta sus cameos en Hollywood, probó que las fronteras entre deporte, reality show y cine son más porosas de lo que creemos. En una era de influencers, Hogan fue el primer creador de contenido multiplataforma, aunque nadie lo llamara así en los 80.

Su muerte no es solo el final de una era. Es una invitación a repensar cómo construimos mitologías contemporáneas. Porque cuando un hombre logra que millones griten “Whatcha gonna do?”, está demostrando que el poder de la narrativa puede ser más contundente que cualquier golpe en el ring.