En un acto de desmesurada ambición que haría palidecer a los argonautas, el ilustre Terence “Bud” Crawford, ya coronado como deidad en dos Olimpos boxísticos distintos, ha decidido que su leyenda personal requiere un sacrificio mayor: desafiar las leyes de la física, la fisiología y el sentido común.
El pugilista, cuyo currículum brilla con más fulgor que el oro de Fort Knox, no busca meramente otro trofeo. No, su empresa es más noble. Se embarca en una cruzada quijotesca contra el molino de viento más grande y rentable del boxeo moderno: Saúl “Canelo” Álvarez, el monarca indiscutido de un reino dieciséis libras más pesado, un feudo construido con billetes de cien dólares y transmitido en pago por evento.
Con la serena locura de un hombre que cree poder domar un elefante con un estornudo, Crawford profetiza su victoria. Promete desbaratar no solo al gladiador en el cuadrilátero, sino toda la maquinaria comercial que lo rodea, ese ecosistema perfecto donde las libra esterlinas y los cinturones de cuero enjoyado se entrelazan en un baile sagrado. Es la épica del individuo contra la institución, del arte pugilístico contra la economía del espectáculo, donde el único nocaut verdadero sería para las cuentas bancarias de los promotores si el inconcebible llegara a suceder.
