La epopeya del músculo sagrado en el circo futbolero

En un espectáculo digno de las tragedias griegas, el semidiós del balón abandonó el campo de batalla bañado en lágrimas, sumiendo en el más profundo duelo a la secta escarlata y a sus sumos sacerdotes técnicos.

El augurio médico ha sido pronunciado: el héroe ofensivo padece una ruptura fibrilar de segundo grado, condenándolo a treinta largos días de ostracismo deportivo. Su fibra muscular, esa misma que lo elevaba a la categoría de mesías futbolístico, se ha convertido en su verdugo particular.

El diagnóstico celestial

Los oráculos del club campeón han vaticinado un posible retorno para los cuartos de final, noticia que ha desatado éxtasis colectivo entre los creyentes. Mientras tanto, la Fecha FIFA de noviembre se presenta como un calvario adicional, una oportunidad celestial perdida para congraciarse con el gran inquisidor Javier Aguirre de cara al juicio final mundialista de 2026.

El vacío del mesías lesionado

La ausencia del profeta Vega deja un vacío existencial en el infierno rojo. Quien fuera el motor divino de los Diablos Rojos, el mexicano con más intervenciones divinas en el marcador, deberá contemplar desde las sombras cómo el circo futbolero continúa su función sin su acto principal.

En este teatro de lo absurdo, donde un desgarre muscular adquiere la relevancia de un acontecimiento geopolítico, recordamos que mientras un hombre llora por no poder patear un balón inflado, el mundo sigue girando hacia su propia destrucción. Qué reconfortante prioridad la nuestra.

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