Leclerc domina en Hungría mientras Hamilton enfrenta su peor crisis

El Hungaroring fue testigo de un cambio de jerarquías en la calificación para el Gran Premio de Hungría. Charles Leclerc, con esa mezcla de precisión técnica y audacia que lo caracteriza, arrebató la pole position a McLaren, rompiendo su racha dominante. Recuerdo cuando, hace años, este mismo circuito premiaba la consistencia sobre la velocidad pura; hoy, Leclerc demostró que el equilibrio entre ambas es posible cuando se domina cada centímetro del trazado.

Los papayas, como cariñosamente llamamos a los McLaren por su icónico color, flaquearon en el primer sector. En mis años cubriendo la F1, he visto cómo pequeños errores en Hungría se pagan caro: aquí no hay rectas largas para recuperar tiempo. Piastri y Norris, sin embargo, mantienen viva la llama del campeonato. La parrilla de mañana promete batalla, con el australiano y el británico separados por apenas 16 puntos. ¿Podrán revertir la historia como hizo Button en 2006 desde una posición similar?

Pero el drama real se vivió en el garaje de Mercedes. Las palabras de Hamilton tras quedar 12º (“Soy inútil”) resonaron como un eco de Vettel en 2020. He visto campeones caer en espirales de autocrítica, pero esto es distinto: su SF-24 no es un mal coche (Leclerc lo puso en la pole), y ahí radica su frustración. En China pareció renacer con aquella pole y victoria en sprint, pero desde entonces, solo sombras. ¿Será este el primer año sin podios para el heptacampeón? La pausa estival llega en el momento justo para resetear.

Mientras Ferrari celebra su cuarto podio consecutivo con Leclerc, la brecha entre sus pilotos (30 puntos) habla de adaptación a los neumáticos, ese arte olvidado. Como me dijo un ingeniero retirado: “Hungría no perdona, revela quién realmente entiende el coche”. Mañana, con pronóstico de lluvia intermitente, veremos si la experiencia de Hamilton puede compensar lo que hoy parece una crisis existencial detrás del volante.