La incógnita sobre el próximo destino invernal de Randy Arozarena parece haberse despejado. Mientras culmina una temporada estelar con los Marineros de Seattle en las Grandes Ligas, una movida paralela, negociada entre bastidores, apunta directamente a la recién estrenada franquicia de los Jaguares de Nayarit en la Liga Mexicana del Pacífico (LMP).
Pero, ¿qué impulsa a una figura de su calibre a unirse a un equipo debutante? Fuentes cercanas a la negociación, que pidieron permanecer en el anonimato, confirmaron a este medio que el acuerdo ya está cerrado. El jardinero cubano-mexicano, de 28 años y oriundo de Pinar del Río, tiene contemplado vestir la camiseta de los Jaguares en, al menos, diez encuentros de la próxima temporada.
El anuncio, hecho público esta semana por un asesor jurídico del estado de Nayarit, deja más preguntas que respuestas. ¿Cuál es la fecha exacta de su debut? ¿Cómo se integrará su calendario de la MLB con el compromiso invernal? Estas son las incógnitas que la dirigencia del equipo tendrá que despejar próximamente.
Lo que no es un misterio es el momento de forma excepcional que vive Arozarena. En la campaña 2025 de las Grandes Ligas, el outfielder presume una cosecha de 27 cuadrangulares, la mayor producción de su carrera desde su llegada a la MLB en 2019, acompañada de un promedio de bateo de .240. Este rendimiento plantea un interrogante válido: su llegada a Nayarit no es solo un refuerzo; es una declaración de intenciones de una franquicia que busca impactar desde su primera temporada.
Este no será el primer acercamiento del slugger con el béisbol mexicano. Su historial previo en distintas ligas y equipos del país allana el camino para esta nueva aventura, sugiriendo una conexión deliberada y estratégica con el deporte en México que va más allá de una simple participación temporal. La revelación final de este movimiento podría redefinir las expectativas sobre el poder de atracción de la LMP y su capacidad para seducir a talento de élite global.
