Camila Sodi revela su diagnóstico de autismo y TDAH en la adultez

La trayectoria pública de Camila Sodi siempre ha estado bajo los focos, pero una capa esencial de su identidad permanecía en la sombra. ¿Qué impulsa a una figura del espectáculo a desvelar, en la plenitud de su carrera, un diagnóstico de autismo y TDAH? No se trata de una simple confesión, sino del punto final de una investigación personal meticulosa, un rompecabezas cuyas piezas comenzaron a encajar tras un evento devastador.

La pregunta que persiste es: ¿cuántas personas, especialmente mujeres, navegan por la vida sin el mapa adecuado? Sodi describe que comprender su neurodivergencia fue como recibir la clave para reinterpretar su propia biografía. “Entender esto me ha permitido mirar mi historia desde otro lugar”, afirma, sugiriendo que experiencias pasadas, quizás mal etiquetadas como caprichos o dificultades, encontraron de pronto una explicación coherente. Este proceso de autoconocimiento no fue casual; tomó una urgencia feroz tras el fallecimiento de su madre, Ernestina Sodi. El duelo, ese territorio desolado, se convirtió en el laboratorio donde el autodiagnóstico se transformó en una verdad ineludible.

Pero, ¿cómo se materializa este descubrimiento? La actriz encontró en la escritura no solo un consuelo, sino un método forense para diseccionar su dolor. El resultado es “El pequeño libro del duelo“, mucho más que un debut literario. Es un documento testimonial, un artefacto íntimo que nace de la intersección entre la pérdida y la autopercepción recién adquirida. Sus páginas son el testimonio de cómo una condición neurológica invisible puede moldear la manera de procesar las emociones más profundas.

Una de sus reflexiones más incisivas cuestiona las estructuras mismas de nuestra sociedad: “Consideró que el mundo debería estar diseñado por gente más sensible“. Esta declaración no es un deseo ingenuo, sino una crítica fundada. Plantea una investigación pendiente: ¿nuestros entornos están construidos solo para un tipo específico de mente, excluyendo a quienes, como ella, atraviesan cosas difíciles con una percepción distinta?

La revelación de Sodi trasciende la anécdota personal. Actúa como un espejo que refleja las lagunas en nuestro entendimiento sobre la diversidad cognitiva en la edad adulta. Su historia sugiere que el diagnóstico no es un final, sino el inicio de una reescritura radical de la propia narrativa, un acto de reclamar una identidad que siempre estuvo allí, esperando ser descifrada.

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